Publicado en Ideal el 15/10/2009.
A D. Gregorio Jiménez, Director General de PULEVA, en el día de la entrega de la Medalla de Honor de la Real Academia de Bellas Artes.
Remedios Murillo Cubillas, Mujeres y Ciudadanos por Granada.
Es una gran alegría, una gozada, como dirían los jóvenes, vivir hoy un nuevo reconocimiento a nuestra empresa Puleva. Un reconocimiento tan granadino como esta querida industria lechera y que va a recaer en un insigne baztetano, con mas años en la ciudad de la Alhambra que en su propio pueblo, en D. Gregorio Jiménez, el alma de la que ya puede considerarse un gigante empresarial, su Director General que recibirá esta tarde, la medalla de Honor de la Real Academia de Bellas Artes, por su contribución de mecenazgo durante tantos años a las misiones, siempre culturales y nobles de esa prestigiosa institución. Siempre es grato saber que en esta sociedad, dura y materialista, prepotente y tantas veces sectaria, existen mentes abiertas, creativas, proclives a cambios y a acciones valientes, a proyectos vanguardistas y a aventuras capaces de hacer saltar por los aires modos de actuación encorsetados que parecían inamovibles, sin perder por ello la sensibilidad, la finura de espíritu necesaria para saber que un Concierto, que una publicación o unas mesas redondas sobre temas artísticos o patrimoniales, contribuyen a la salud de una sociedad, hacen crecer a esta en valores y sabiduría y son para los humanos tan necesarios, tan saludables, como esos alimentos que con primor se elaboran día a día en la carretera de Purchil.
Han pasado muchos años, tantos que el próximo 2010, será el Centenario de aquel germen de la futura Puleva: que vino a llamarse “Unión Vinícola Industrial “y lejos de fabricar lácteos, se dedicaba a vino y aguardientes. Mucho mas tarde, en la mitad del siglo XX, concretamente en 1954 cambia su dedicación, y se convierte en la primera central Lechera de Granada y la segunda de España. ¿Quién no recuerda a nuestra querida UNIASA? Aquella que elaboraba la leche pasteurizada del día y liberó a las amas de casa de la tediosa y engorrosa labor de hervir durante muchos minutos, sin quitarle el ojo de encima, la leche que hasta el piso subían los lecheros llegados de todos los pueblos limítrofes, en aquellos preciosos tranvías amarillos tan recordados y a los que hoy queremos torpemente remedar.
Aquella Uniasa, símbolo de empresa moderna, construyó una nueva fábrica en el campestre y alejado Camino de Ronda, desde allí vio crecer la nueva Granada y, pronto por necesidades de expansión y acoso de los bloques de viviendas, levantó el vuelo y vendió su solar para que se ubicara en él la nueva la Estación de Autobuses. En 1975 la empresa estrena una planta industrial situada en una grandiosa finca , en plena Vega junto al Camino de Púrchil, adonde los colegios giraban constantes visitas con sus alumnos para que conocieran lo que era una cadena “cuasi perfecta”, desde que llegaba a la dársena de camiones la leche traída desde muchos puntos de la geografía española, hasta que salía envasada en aquellas añoradas botellas de cristal, prácticamente irrompibles, y que con letras minúsculas color añil pedían ser enjuagadas ya que habían de canjearse para adquirir otras y, esa pequeña ayuda del ama de casa, contribuía, a que las modernas máquinas lavadoras las dejasen de nuevo en perfecto estado. Pronto la ciudad se pobló de típicos locales blancos con listas azulonas donde se dispensaba la Puleva y fue tal la difusión de la marca que paso como con el TBO que decir esta palabra incluía en si todos los cuadernillos de cómics y decir Puleva, no era cualquier leche, pero cualquier leche sí que se convirtió en una Puleva. Vamos, hasta la mala Puleva que se gastan muchos de nuestros indígenas.
Aquella PUra LEche VAca crecía y crecía al par que aquellos niños granadinos que eran sus mayores consumidores, y pronto en su seno tuvieron acogida la fabricación de papillas infantiles, mantequillas, batidos, yogures y quesos. La empresa saltó fronteras y adquirió otras de Jerez, Málaga, Sevilla o Salamanca , azucareras, arroceras…Todo iba sobre ruedas hasta que llegó la enorme crisis de los noventa, la caída de la Bolsa por la guerra del Golfo que obliga al Consejo de Administración a cerrar parte de las filiales y a comenzar con los consiguientes despidos de personal.
En este momento, cuando ya la situación es crítica y toda Granada sabe que Puleva agoniza, aparece un salvador, un joven ejecutivo, procedente del departamento de I+D, químico de profesión, y líder de condición : Gregorio Jiménez, una cabeza privilegiada y un entusiasmo que conquista, así es este hombre que hoy recibirá la Medalla de Honor de la Real Academia de Bellas Artes, una medalla que une en sí dos mundos que parecen opuestos pero que como tantas cosas en la vida del ser humano, son inseparables y complementarios, la empresa y el mundo de la cultura, del arte y del conocimiento, porque hoy día la industria es también fábrica de cerebros, de investigación, de perfeccionamiento humano y no puede desligarse de Instituciones como esta vieja y querida Academia que durante más de doscientos años ha ayudado a crecer culturalmente a los ciudadanos, a promover el arte, la estética y la ética.
“Mujeres por Granada” hoy se felicitan también, siempre mantuvimos una cordial relación con Gregorio, cuando presidía el Consejo Social de la Ciudad y nuestro común y desinteresado amor por Granada nos llevó a debatir con él y a apoyarlo en aquel proyecto ilusionante que alguna mano negra tuvo a bien abortar y que llevaba la intención de reconvertir Granada (marca de calidad, decía él), como si de una empresa se tratase, para afrontar con fuerza un nuevo siglo que ya se suponía complicado.
Sabemos que Gregorio ha referido en alguna ocasión la frase de Einstein “No podemos pretender que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo” hay que ser creativos, hay que introducir variables que, cual catalizadores, activen los espacios muertos, hay que abrirse a nuevas estrategias, y rodearse de los mejores, de todos aquellos que tengan algo que decir y, por supuesto, escucharlos atentamente.
A lo mejor es esa la razón por la que su vocación de Mecenas le ha llevado a ser, durante tantos años, apoyo y ayuda a la Real Academia de Bellas Artes que hoy le premia, y en su persona nos sentimos premiados todos los que queremos, a pesar de nuestra edad, seguir creciendo. Hay mucho alimento en nuestra Puleva.