Publicado en Ideal el 25/06/2007.
Remedios Sánchez.
La semana pasada, Francisco Álvarez de la Chica, mandamás del PSOE de Granada afirmaba con rotundidad doliente que «IU ha demostrado su ética de hojalata en la constitución de los ayuntamientos» y que, por lo tanto, «debe bajar los humos» en sus aspiraciones para llegar a acuerdos de gobierno en la Diputación Provincial. Se refería con estos reproches, en concreto, a la pérdida de los ayuntamientos de Pinos Puente, Albolote y Fuente Vaqueros, donde Izquierda Unida ha hecho de su capa un sayo y ha mandado al partido de la rosa a la oposición sin previo aviso y sin anestesia. Esto es, que la izquierda-izquierda ha roto la «disciplina de voto» que impera en las formaciones políticas y que las corroe desde dentro hasta convertirlas en grupos sin democracia interna.
A una, que está convencida a fuerza de batacazos de la eficacia del precepto de Gandhi que afirma que perder la propia individualidad y convertirse en un mero engranaje de una máquina está por debajo de la dignidad humana, las palabras del líder socialista le parecen ahora poco más que una rabieta de niño chico al que le están robando los pocos caramelos que le quedan en el bolsillo después del descalabro electoral en la capital y la pérdida de votos que le han quitado la mayoría absoluta en la Diputación, sucesos de los que, como Secretario general, debiera sentirse co-responsable. Estas declaraciones, poco acertadas -esto es: en la tónica habitual-, han sorprendido a más de uno. Más aún cuando algunos habíamos visto una luz de inteligencia esperanzadora -lejana y chica, pero una lucecita- con otras declaraciones anteriores en las que decía lo obvio, que pese a ser elemental e incuestionable, generalmente no entra en la cabeza de los próceres: que el fracaso en la capital es evidente (dieciséis concejales para el PP y nueve para el PSOE son una evidencia indiscutible) y que los ciudadanos les habían dado una lección que ellos debían aprender. Sin embargo, esa perspectiva chiquita, esa ilusión de posibilidad, se ha diluido en el fragor de la batalla, de la disciplina de partido que aquí, el personal que vive del tema, se saca de la manga cuando le interesa en detrimento de la tan cacareada y manoseada democracia interna que, está claro, no existe. Y ahora le interesa a Álvarez de la Chica, este hombre que por vergüenza torera, por respeto a la militancia desmotivada y a los distantes electores debería haber dimitido, que IU respete la disciplina de partido, solicite poco mando en plaza y no les falle, porque son los que tienen la llave del despacho de Martínez Caler en la Diputación. El problema está en que Izquierda Unida se niega a ejercer de comparsa y quieren tener la oportunidad de demostrar su capacidad en áreas como Cultura y Juventud -que en los últimos cuatro años han sido un fiasco- porque, parece que ellos sí han aprendido la lección. Una lección que a muchos cargos del PSOE les queda grande para sus lastimosamente cortas entendederas reconcentradas en su misma mismidad, en lo astutos que son y en lo bien que salen en las fotos oficiales. Lejos están ya los diez millones de votos del año 82, cuando todo el mundo miraba, anhelante, hacia la izquierda de Felipe, al puño que apretaba la rosa sin troncharla. En Granada, Álvarez de la Chica y su gente están a punto de terminar de tronchar la rosa por manazas, por su falta de consistencia, su apego al sillón y la ausencia de ésa ética política que ellos demandan a otros mientras negocian subidas del 30 por ciento del sueldo en el Ayuntamiento de la capital. Qué lástima. Atrás han quedado los tiempos en que ser socialista significaba algo.