Querido alcalde

Publicado en Ideal el 26/06/2007.

Mariluz Escribano, Mujeres por Granada.

La del alba sería cuando en el día de hoy llamaron a mi puerta las noticias recién horneadas del periódico, esas que hacen referencia a la subida de sueldos de usted y toda -o casi toda- la corporación que usted preside. He de decirle en qué descomunal manera sorprende la diligencia con que usted y la oposición han llegado al acuerdo -tan esperado, por otra parte- de la elevación de los emolumentos que reconforten sus ya depauperados y escuálidos bolsillos. En verdad que son ustedes dignos de lástima y, desde luego, bastante incomprendidos. En dos días han arreglado el asunto de sus propias economías sin necesidad de sondeos de opinión, preguntas al tresbolillo ni aproximación a la opinión de la ciudadanía que -no lo dudo- ha recibido con estupor tamaña capacidad de consenso entre dos partidos políticos, el suyo y el sociata, que han venido dando muestras interminables de desencuentros, broncas y zancadillas sin cuento.

Tendré que decirle a usted -y de camino al Sr. Torres Vela como actual cabeza visible de la oposición sociata- cómo nos han aburrido la eternidad de sus desencuentros y desavenencias a lo largo de estos cuatro últimos años que han desembocado en el perjuicio constante y grave de la ciudad de Granada, de qué manera los ciudadanos responsables nos hemos visto abocados a la desesperanza si pensábamos en los proyectos de futuro para una ciudad decimonónica en la que solamente ha prosperado la cultura del ladrillo para dejarnos sin paisajes, sin lejanías, sin jardines. Tendré que recordarles -a ustedes dos- la radicalidad, el desenfreno y la conformidad con las que sus formaciones políticas se han arrodillado ante las más altas instancias de gobierno o consignas de sus propios partidos, para convertir nuestras vidas en una travesía difícil y desesperanzada. Han olvidado ustedes, porque el sistema político que padecemos -la partitocracia- lo ha hecho posible, lo que es trabajar en libertad, trabajar con la mirada puesta en el horizonte de la cultura y el respeto, laborar no sólo para reverenciar la historia sino para engrandecerla y levantarla, afanarse en el proyecto común de una ciudad que, desde que tengo uso de razón, mereció mejor suerte con sus políticos que no miran -o lo hacen con cicatería- hacia una ciudadanía que padece en sus carnes el no tener líderes con el carisma suficiente para aunar voluntades y desembarazarse de consignas de partido que tanto están dañando la democracia, el acto supremo de expresar la voluntad en las urnas. Voluntad popular ya bastante mediatizada con esa irracional disposición que no permite votar en libertad al político que, por honesto, diligente, combativo y participativo, merece nuestra total aquiescencia. Aquí, como si fuéramos borregos, tenemos que votar listas cerradas y, de camino, tragar veneno. Y muchos lo hemos hecho tapándonos la nariz y con una cierta sensación de asco.

Pero volvamos al tema de los sueldos. Decía más arriba cuánto ha sorprendido a la ciudadanía la diligencia de que han dado muestras las dos principales fuerzas políticas del Ayuntamiento en llegar a acuerdos sobre los emolumentos a percibir, con subidas que rozan el escándalo y que son poco ejemplarizantes ante unos ciudadanos que viven y trabajan en esta ciudad y que ven transcurrir sus días con severas carencias económicas, sociales y culturales. Así, y cada vez más, ustedes, los políticos, se alejan con eficacia y torpeza de una población deprimida y que roza la marginación, que vive en el desaliento y la impotencia para alcanzar niveles aceptables de cierta comodidad y solvencia. Les hablaría de los muchachos sin trabajo y sin casa, de la oscura tristeza de los inmigrantes que ocupan las ‘camas calientes’, de los habitantes de los suburbios necesitados, con urgencia, de políticas sociales eficaces y dinámicas, de los niños sin escolarizar. Podría hablarles de los ‘pobres de solemnidad’, esos que duermen en las aceras, o de los pobres vergonzantes que aguantan con sus pensiones hasta final de mes con hartas dificultades.

Desde la colina del Consistorio municipal, desde la opulencia y la abundancia, tampoco se divisa la pobreza y la cicatería con que se abordan las políticas que afectan a la cultura y la defensa del patrimonio, tan importantes en una ciudad histórica como la nuestra. ¿Tendremos algún día un Museo? ¿Podremos en algún siglo visitar la Qubba? ¿Dónde está el Teatro de la ópera? ¿Cesará algún día la brutal depredación urbanística que, invadiendo la Vega, nos ha dejado sin paisaje y sin oxígeno? ¿Hasta qué extremo de degradación ambiental vamos a llegar? ¿Cuántas veces tendremos que escuchar que el Ayuntamiento no tiene dinero para subvencionar una revista literaria que pregona por todo el mundo el nombre de Granada, o una actividad teatral, o un estreno musical ?

En fin, señor alcalde: me sorprende que tenga usted tanta desfachatez. Y me sorprende en demasía la torpeza del Sr. Torres Vela que, por una vez, pudo mostrarse solidario con la ciudadanía a la que pretendió representar. Una actitud más prudente en este tema le hubiera beneficiado y hubiera comenzado la regeneración tan necesaria en su partido al que, alguna vez en el futuro, volveremos a llamar socialista.

Ah, y no me toquen a Lola Ruiz, ya saben, porque yo aprecio a esta mujer por su prudencia y honestidad. Ella no necesita subidas espectaculares de sueldo porque, también es verdad, no se viste en Armani.

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