El relevo

Publicado en Ideal el 16/07/07.

Remedios Sánchez.

Poco dura la alegría en casa del pobre y también poco ha durado el silencio en casa de este hombre sosegado y feliz que es Zapatero, que ha hecho morder el polvo no hace ni un par de semanas a la patéticamente furiosa oposición. A ocho meses de las elecciones, cuando todos los ministros se sentían seguros agarrados a sus carteras, a tres de ellos el presidente les ha cambiado la cartera por una maleta y un billete de ida sin vuelta. En concreto, a los tres que peor parados salían en las encuestas; esto es: Jordi Sevilla (Administraciones Públicas), María Antonia Trujillo (Vivienda) y la inefable e insustituible Carmen Calvo (Cultura o lo que fuera aquello que la egabrense hacía). Tan sólo se ha salvado ‘in extremis’ Elena Salgado, a la que ha trasladado a un lugar mejor desde el que puede hacer lo que sabe (esto es: casi nada), y eso, merced a su lucha sin cuartel contra el tabaco y el conato de guerra al vino.

Podría Zapatero seguir a San Ignacio en su magnífica máxima que asevera «En tiempos de turbación, no hacer mudanza»; o bien, en este estado aconfesional que es nuestra España invertebrada, el dicho del buen vaquero que en tantos westerns aparece: «En mitad del río, no cambies de caballo». Pero no. Zapatero, que se siente ahora más seguro que nunca porque no tiene oposición real sino a un señor irritado que razona poco y mal, ha decidido retocar el Gobierno para dotar a las áreas con menos lustre de un poco de ‘savoir faire’. De ahí que haya puesto a Bernat Soria, uno de los científicos más prestigiosos de este país que investiga con células madre, al frente del Ministerio de Sanidad con la oposición de la Iglesia; que a César Antonio Molina lo haya mandado a Cultura, y que a la joven pero sobradamente preparada Carme Chacón la haya dado la cartera de Vivienda, a ver cómo se las arregla con el jardín de los minipisos en el que se metió Trujillo. Tenemos, pues, tres nuevos ministros, que puede que den satisfacciones al gobierno de ZP, pero que nos han quitado mucha diversión y trabajo a los que vivimos de la pluma. Es bien difícil que Salgado pueda remedar a Jordi Sevilla, que pueda enseñar economía a Zapatero en dos tardes, que no diga nada con tantas palabras Más complicado aún resultará que Chacón lo haga peor que Mª Antonia Trujillo con sus prenichos de protección oficial (esto es mío).

De todas maneras sí ha habido una gran pérdida; la gran pérdida de este gobierno cruel que ejerce de Judas con los que apostaron por ZP cuando era sólo un señor de León con mucho talante pero pocas esperanzas, es Carmen Calvo. Carmen, la Carmen de Égabro, le ha dado más tardes de gloria que nadie al presidente con sus ’boutades’, su folclorismo, sus salidas de tono y sus ideas peregrinas. Nunca España tuvo una ministra de su altura, de su nivel de sapiencia, salvo -acaso- Esperanza Aguirre. Carmen Calvo ha desatado pasiones, ha mandado los ‘Papeles de Salamanca’ a Barcelona, se ha vestido de Ágata Ruiz de la Prada, ha presentado una ‘Ley Antipiratería’ llevando un bolso falso de Vuitton, se ha enamorado de su exguardaespaldas como en las pelis americanas (se nos casa, dice la prensa del ‘cuore’) y ha hecho una Ley del Cine que no gusta a nadie. Demasiadas cosas para una sola cabeza pensante, y eso lo sabe Zapatero. Por ello, en premio a sus servicios al Estado, se dice que pasará a ser vicepresidenta primera del Congreso en septiembre. Algunos andarán, seguro, cabreados con esto. Yo, sin embargo, me las prometo felices. Con su arte y su tronío, a ZP le dará juego, a la oposición algo que decir y, a mí, alma para estas columnas mañaneras. No se puede pedir más.

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