EL AVE

EL AVE

Sr. Director de Ideal:

En la historia de Granada abundan los capítulos de abandono, desidia y crisis. Soy de los que piensan que en general no ha sido bien tratada nuestra tierra, llegando en algunos momentos a ser maltratada. Si la ciudadanía no ha sido suficientemente reivindicadora –a pesar de ser acusada de ‘plañidera’ y afín al quejío–, demasiados responsables políticos no han estado a la altura exigida pues no han sabido o querido luchar por Granada, que no ha recibido lo que se merece.

El AVE es sin duda uno de los proyectos que la hará más atractiva y potenciará la economía, borrando definitivamente aislamientos. ¿Cuántos lustros  llevamos hablando del nuevo ferrocarril, hoy ya a más de 20 años de la renovación de las comunicaciones de Sevilla? Ahora, para variar, las nubes vuelven a aparecer sobre el AVE granadino que no acaba de hacerse realidad; un proyecto que debe ser para más de un siglo, con todas las consecuencias, de la mano de la ilusión y fe en el futuro de una ciudad y su área metropolitana que necesitan comunicarse a “alta velocidad” con el norte, el este y el oeste para poder desarrollar sus potencialidades. Lo que en otras ciudades todo parece poco (no se trata de “caballo grande, ande o no ande”), en Granada todo es mucho. Recordemos el ‘soñado’ Teatro de Ópera, del que existen suficientes testimonios escritos que hablan de los criterios que finalmente se aplicaron a una ciudad que tuvo la posibilidad de disponer de un centro escénico con unas características muy adecuadas –a pesar de prometidas, desechadas– para catapultarla como pueblo de alto nivel cultural, pero que una sospechosa prisa de última hora precipitó decisiones, en mi opinión desleales, para ahora dormir injustamente el proyecto el sueño de los justos.

Granada tiene la obligación de apostar por un AVE y una estación, acordes con la idea de ciudad singular que se ha defendido en foros, desde la inteligencia, la cultura, la ciencia, el arte, el turismo… Pero no un AVE ni una estación, sino ‘el’ AVE y ‘la’ estación que se merece Granada. El AVE exige otras relaciones con vías  muertas, y un vínculo con la ciudad del siglo XXII –lo mismo cabe decir del Teatro de Ópera–, acompañado de la belleza, con un parque seductor que junto con la estación sean de verdad un nuevo atractivo para Granada, como fue en los años sesenta la fuente del Triunfo. Y todo al mismo costo que Sevilla –convertida, sólo por la legalidad de unos raquíticos resultados en las urnas, en cabeza de región–, ciudad a la que la crisis apenas roza. Recordemos la última gran inversión en el Palacio de San Telmo.

Hemos de estar a la altura de Granada y del reino de su identidad, pues, salvo que se demuestre lo contrario, se lo merece.

José García Román.

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