Movilidad ‘no-fósil’ para Granada

Publicado en Ideal el 12/08/2008.

José Ramón Jiménez Cuesta.

Todos los años, nos recuerdan organizaciones como la OMS (Organización Mundial de la Salud) o Greenpeace la inquietante realidad del problema de la contaminación del aire que nos rodea, especialmente en núcleos urbanos. La OMS estima en dos millones las personas (16.000 en España) que mueren de manera prematura, víctimas de partículas en suspensión, dióxido de azufre y dióxido de nitrógeno (entre otros contaminantes). Algo verdaderamente trágico y que, realmente no causa ninguna alarma. Cinco veces más de personas mueren por contaminación de nuestro aire que por accidente de coche. Como dicen algunos expertos, el humo del coche ‘mata’ más que los accidentes de coche. Compárense ahora dichos informes o noticias preocupantes, con las que han generado en los últimos meses algunas de nuestras centrales nucleares y sus fugas que no han afectado a la salud humana. Todos los días en los periódicos, incluso en las portadas. Ha sido especialmente curiosa la noticia publicada en casi todos los diarios sobre el empleado de la central de Ascó (Tarragona) que llevaba una partícula radiactiva en el zapato. Una partícula radiactiva, una sola, ha sido noticia. Tremendo, la posibilidad de la más mínima contaminación nuclear aterra (algo justificado), la muerte de miles de personas, por contaminación de nuestro aire, no genera muchos comentarios. La razón a ‘esa tranquilidad’ está, como siempre, en la psicología humana, sólo las causas directas y claras generan miedo en la sociedad y, por tanto, las correspondientes medidas preventivas. Todos conocemos los efectos de un hipotético escape radiactivo, se ve claro y evidente, pero las miles de muertes silenciosas no directas, como la contaminación y el tabaco (aunque para este último hay más concienciación) se perciben muy, muy lejanas a nosotros.

Si estimamos que Granada y su área metropolitana tienen aproximadamente el 1% de la población española, un fácil cálculo nos indica que anualmente 160 granadinos nos dejan prematuramente por la contaminación de nuestro aire y muchos más enfermarán gravemente. Son muchas personas, demasiadas. Nadie pensará que en la muerte de algún familiar (por alguna enfermedad cardio-respiratoria, por ejemplo) ha podido influir la insoportable contaminación de nuestras ciudades y áreas metropolitanas donde calefacciones y coches nos ahogan. En cambio, ríos de tintas corren cuando, por ejemplo, alguien muere en Granada por algún alimento o producto contaminado.

La solución al problema de la contaminación de nuestro aire es compleja, pero hay medidas realistas que pueden aliviarla parcialmente. Llevamos ya mucho tiempo leyendo en la prensa la intención de nuestro alcalde de buscar un tranvía o autobús (o lo que sea) que sustituya a los autobuses por el centro de la ciudad. A ello ha dedicado algunos viajes y aunque no sabemos el modelo definitivo, sí parece que será eléctrico o funcionará con hidrógeno. Es lo mejor de toda esta historia. No sabría decir si un tranvía o autobús con un diseño especial es necesario para Granada, pero lo que sí hay que tener claro es que estamos ante la oportunidad de tener un transporte público no contaminante, pero no en el centro solamente, sino en toda la ciudad y área metropolitana. Sería el momento de abordar la sustitución de todos los autobuses contaminantes por nuevos autobuses (o tranvías) que no utilicen combustibles fósiles. Puede ser caro y deberá realizarse a medio plazo, pero la contaminación es un problema grave, hay muchas vidas en juego y con voluntad política se puede abordar. Vemos cómo la Alhambra se plantea reducir el tráfico en la cuesta de Gómerez y utilizar autobuses eléctricos. Esto puede estar justificado, pero la sustitución de los autobuses en la ciudad lo está aún más, hay que velar por la Puerta de las Granadas y por el recinto monumental, pero más importante es velar por las personas que habitan nuestra ciudad. La sustitución del transporte público no evita que el coche privado y las calefacciones sigan ‘matándonos’ lentamente, pero sí reducirá dicha contaminación de manera significativa. Los autobuses que recorren Granada son muchos y circulan muchísimas horas. A lo mejor, en vez de ‘morir 160 personas al año’ son 120 o 130, es un esfuerzo que merecerá la pena.

Le diría a nuestro alcalde que, por favor, sea ambicioso y planifique la sustitución total a medio-plazo de nuestra flota de autobuses, por autobuses no contaminantes, pero no sólo por el centro de la ciudad. De verdad, merece la pena. Nuestra salud y algunas vidas anuales seguro que se lo agradecen.

Artículo en Ideal digital.

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