Publicado en Ideal el 16/04/2007.
José Luis Kastiyo
LA firma de la escritura de cesión del Hospital de San Juan de Dios por la Diputación provincial a la Orden Hospitalaria tiene un doble significado. De una parte, porque cierra cinco años de preocupantes inquietudes y, a veces, de tensas y decepcionantes gestiones. Desde el fallido acuerdo de cinco instituciones o entidades para que pasase a manos privadas, se alcanzó un periodo de obstinada negativa ante la reiterada petición de los Hermanos de San Juan de Dios de hacerse cargo del histórico hospital, para su restauración y posterior destino a la atención social que ahora prestan en el Hospital de San Rafael. Por fortuna, el acceso a la presidencia de la Corporación Provincial de Antonio Martínez Caler facilitó un diálogo abierto y fructífero en el que la Junta Directiva de la Asociación de Amigos del Hospital de San Juan de Dios ha tenido una participación activa y responsable. No sólo en el acercamiento de posturas entre la entidad cedente y la destinataria, sino en el estudio, propuesta y negociación de las fórmulas jurídicas que han permitido que ambas partes coincidan en la firma del testimonio público que define la nueva titularidad de los espacios del conjunto monumental. En el lugar de los viejos recuerdos que el tiempo desvanece se almacenan las posturas de la estéril intransigencia de algunos. Donde reside la memoria de las actitudes inolvidables, sin embargo, una gran extensión está ocupada, de manera indeleble, por nombres que han sabido valorar positivamente la necesidad del mantenimiento y el futuro destino del viejo Hospital que fundara el Santo Juan Ciudad. Un Hospital que desde hace años se desmorona en su categoría monumental sin que la Diputación haya podido afrontar la costosa rehabilitación que ahora asume la Orden Hospitalaria. Los compromisos de la Corporación provincial con los municipios y las gentes de la provincia han prevalecido en su lógica legal. Es aquí precisamente, firmada la escritura de la cesión casi integral del conjunto, cuando se inicia la segunda y más importante etapa: la de la rehabilitación del inmueble promovido por San Juan de Dios, que él contemplara cuando se construía, poco antes de morir. Es ahora cuando se emprende una tarea de enorme responsabilidad que ha de permitir que Granada se afiance como Casa Madre de la ingente tarea iniciada por el Santo, cuyos restos reposan aquí: proyectar y financiar el restablecimiento del hermoso edificio. Nadie ignora que el costo de la operación se eleva a cifras multimillonarias en euros. Pero los Hermanos de San Juan de Dios mantienen su obra asistencial y social en múltiples hospitales establecidos en 52 países y en todos ellos se conoce muy bien que la verdad de esa entrega permanente nació en Granada y que el hospital fundador de la Orden ha de reparar su deterioro de años. Millones de personas en todo el mundo han sido beneficiarias del apoyo físico y espiritual prestado por los seguidores de los esforzados Hermanos de la Capacha y muchos más han sido y son testigos de esa ejemplar y callada trayectoria. Por todo ello, la ayuda económica de todos será generosa y Granada responderá como siempre lo ha hecho, con generosidad.
El Hospital, que desde su conclusión en 1552 perteneció a la Orden de San Juan de Dios durante tres siglos, vuelve ahora a la gestión de quienes tienen como único proyecto inmediato el que fue su ‘negocio’ fundacional: ampliar el hospital de día y la unidad de Alzheimer, establecer un albergue nocturno, completar el comedor social, ropero y duchas, mejorar la asistencia socio sanitaria y crear un programa de atención integral a inmigrantes. Pero esa será la tercera y última fase, el objetivo último, provocador del entendimiento que se ha plasmado en la escritura pública a la que damos la bienvenida.