Un grupo de universitarios granadinos y de otras ciudades valora el anuncio del Ayuntamiento de manera negativa.
Publicado en Ideal el 14/02/2007.
La decisión de reducir la fiesta de la Cruz a un solo día y no permitir la instalación de barras en calles y plazas no ha sentado muy bien entre los jóvenes. No les gusta ni a los granadinos ni a los que son de fuera de la capital, pero estudian en la Universidad de Granada. Este periódico habló ayer con algunos y la posición es unánime: «Es una medida muy radical y no se va a respetar». Bueno, a Silvia Ruiz, estudiante de Ingeniería Química, el anuncio le da «exactamente igual porque no voy a estas fiestas».
Opiniones hay para todos los gustos. Encarni García, alumna de Empresariales y vecina de Salobreña, asemeja esta decisión del Ayuntamiento -respaldada por todos los grupos políticos y un nutrido número de asociaciones de vecinos- con la medida de hace unos días -que después se levantó- de prohibir las celebraciones en la calle en los carnavales de Tenerife. «No lo veo bien, esto es una tradición y la postura es excesiva», sentencia Encarni al tiempo que conjetura que «la gente no creo que monte cruces porque si no va a ganar dinero no va a salir a la calle».
Incredulidad
A Macarena Muñoz, estudiante jienense en la Universidad granadina de Psicología, le parece que se le va a «quitar toda la gracia al día de la Cruz». Que no se deje montar ni una sola barra en calles y plazas «me parece muy fuerte». Manuel Hernández, alumno de Óptica, es más directo. Al día de ayer es de los que piensa que «simplemente esa medida no se va a respetar. Va a dar igual».
Es más, según él la gente ni si quiera se va a ir al botellódromo y seguirá celebrando «esta fiesta tradicional» en la calle. Este joven jienense, que ha recibido en años anteriores a amigos que venían de fuera de Granada para beber y pasarlo bien en los días de la fiesta de la Cruz, mantiene que «esto se ha ido de las manos». Y afina un poco más: «Las Cruces tienen una fama que no se puede controlar». Macarena y Manuel insisten en que en un sólo año será muy complicado de controlar.
En esa línea, están Lourdes Martín y Nuria García-Torres, alumnas de Relaciones Laborales y vecinas de Granada. Son unas asiduas de la celebración de la festividad de la Cruz y dicen que seguirán celebrándola en la calle. Lourdes ya decía ayer que «yo allí -en alusión al botellódromo- no me voy a ir». Lourdes también mantiene de manera particular que quitar las barras de la plaza de la Universidad, plaza Nueva… «fomenta el botellón».
Esta joven granadina también entiende que los vecinos se quejen, pero les recuerda que «esto es una cosa tradicional» y sólo son unos días y no todo el año. Nuria hace otro análisis, que, no obstante, debería dar que pensar al resto del personal. «Me parece una tontería -lo de las barras- porque vamos a beber en el botellódromo lo mismo que en las calles y también a ensuciar». Ahí queda. Al igual que el resto de jóvenes encuestados incide en que es una fiesta tradicional, aunque algunos colectivos como ya han hecho en otras ocasiones contestarían que beber en la calle no es una fiesta tradicional.
Incontrolable
Ignacio García, alumno de Ingeniería Química, también es granadino y no está de acuerdo con la decisión de reducir la fiesta del día 3 de mayo. Y tampoco con que se quiten todas las barras. Le gusta más la fiesta de la Cruz como se ha celebrado hasta ahora, que el botellódromo e intuye que «será muy difícil de controlar» porque esos días llegan a Granada gente de muchos pueblos y ciudades e incluso de otros países y todos para estar en la calle.
Ignacio al igual que Carmen, alumna de Ingeniería Química, y Pablo Garnica, aspirante a Policía Local, no apoya esta decisión, pero sí admiten que esos días se deja la ciudad como unos zorros y «somos un poco guarros». En opinión de Pablo, está «en nuestras manos que la gente se conciencie» y todo el mundo pueda pasarlo bien.
El grupo de jóvenes encuestados insiste en que será muy complicado cambiar esta «tradición» de un año para otro. Como dice Carmen, «esto también hará perder seguimiento a la tradición». Por el momento, creen que el día 3 de mayo de 2006 no fue el último que lo pasaron bien bebiendo y bailando en las calles de Granada, aunque entonces fuera con algún aviso de policías a caballo. No se lo creen.
De momento, ayer, este asunto ya ocupó unos cuantos minutos de la conversación de los jóvenes universitarios y mucha sorpresa y rechazo.