El decálogo para gobernar Granada

Publicado en Ideal el 12/05/2007.

Unas elecciones no son una partida de ajedrez: hay reacciones que no se pueden explicar y la contienda nunca acaba en tablas. Hace más de 2.000 años, Quinto Tulio Cicerón le escribió a su hermano Marco -candidato al consulado romano- el todavía famoso ‘Breviario de campaña electoral’. Todo aspirante debe tener tres cosas claras: quién es, a qué aspira y dónde está. Los candidatos suelen darse los mayores descalabros en el entorno que pisan. Simplemente, porque piensan que todo el mundo es como ellos, tiene las mismas inquietudes y le gusta las mismas cosas.
En Granada capital hay claves muy concretas que pueden definir los resultados y decantar el Ayuntamiento de un lado o de otro. Ahí va un decálogo.

LA ABSTENCIÓN

Un domingo en la playa

En 1995, cuando el PP consiguió gobernar por primera vez el Ayuntamiento de Granada, la participación en los comicios municipales fue del 65,66%. En las dos elecciones posteriores -1999 y 2003-, la abstención ha subido cinco puntos. Cerca de 80.000 granadinos no acuden a votar. La máxima dice que una fuerte abstención perjudica al partido que no está en el gobierno. Otras teorías sostienen que el voto de derecha es más fiel y, cuando la participación es baja, se resiente el resultado de los partidos de izquierda.
El día 5, todavía en precampaña, José Torres Hurtado participó en un mitin acompañado del ex ministro Jaime Mayor Oreja. El candidato popular remachó el mensaje: «Tenéis que ir a votar. No pensad ‘esto está ganado’ y os vais a la playa o una Primera Comunión».
En 1999, cuando Gabriel Díaz Berbel perdió la alcaldía ante José Moratalla (PSOE), Kiki achacó el vuelco electoral a la elevada abstención, que en el Centro -feudo popular- fue del 45%. Díaz Berbel pensaba que 16.000 votantes del PP se confiaron y no acudieron a las urnas.

LOS PARTIDOS MINORITARIOS

7.817 votos y ningún concejal

Diez partidos concurren a las elecciones del 27 de mayo en la capital. Sólo PP, PSOE e IU tienen representación actualmente en el Ayuntamiento. El Partido Andalucista (PA) y el Partido Socialista de Andalucía (PSA) aspiran a recuperar la presencia que tuvieron en anteriores mandatos. Los Verdes, quinta fuerza política en los comicios de 2003, pugna por el apretón extra que le permita plasmar sus votos en el pleno. Además, se han inscrito en la Junta Electoral el Partido Realista, el Movimiento Católico Español, el Partido Realista y España 2000.
En 2003, las dos formaciones andalucistas sumaron 5.141 votos y Los Verdes 2.676. En total, 7.817 papeletas y ningún concejal.
La dispersión del voto minoritario, en teoría, perjudica al PSOE. En esta ocasión, la candidatura de Los Verdes va encabezada por Jesús García, concejal socialista de Tráfico en el mandato de Jesús Quero.

DIVISIONES INTERNAS

El ‘efecto Nino’

En 1999 hubo 800 papeletas nulas que tenían tachado alguno de los nombres que iban en la lista con Díaz Berbel. Las divisiones internas de los partidos hacen mella. Está por ver la incidencia que pueda tener en los resultados la turbulenta salida de Luis Gerardo García Royo de la candidatura popular, en contra de su voluntad. Nino no cuenta con el respaldo de la actual dirección del PP, pero ha sido -junto al alcalde- la cara visible de la gestión en los últimos cuatro años. El Urbanismo ha acaparado el grueso de los presupuestos en la etapa de Torres Hurtado, los proyectos faraónicos, pero el concejal de Urbanismo no ha renovado.

LA OTRA CAMPAÑA

¿Influirá el clima nacional?

Los principales líderes del PP pretenden trasladar a la escena local los grandes temas nacionales. Jaime Mayor Oreja lo dijo en la capital, sin tapujos, el día 5: «Granada debe decir (el 27-M) que España es una gran nación». El secretario del PSOE-A, Manuel Chaves, se ha esforzado en remarcar que las municipales no son unas «primarias» de nada.
Aunque unas elecciones a alcalde son otra cosa, el clima nacional puede influir. Durante los años gloriosos de José María Aznar, el PP consiguió sus mejores resultados en Andalucía en unas elecciones autonómicas y controló la mayoría de las capitales andaluzas. En los peores años de Felipe González el PP logró gobernar por primera vez en el Ayuntamiento de Granada.

LOS PACTOS

El concejal 14

El PP sabe de sobra qué es ganar en número de votos y no conseguir gobernar en el Ayuntamiento de la capital. El ejemplo más próximo es el famoso tripartito. Hay que apurar al máximo el resultado.
En las últimas elecciones, el PP le sacó a los socialistas casi 16.000 votos de diferencia. El PSOE perdió 4.500 sufragios con respecto a los comicios de 1999 y los populares recuperaron 1.500. En esta horquilla tan pequeña se dirime la alcaldía.
El PP, además de ganar, necesita el concejal número 14 -como mínimo-. De partida, la política de pactos no le es propicia, ya que las posibles alianzas con IU -y alguno más- favorecen al PSOE.

LOS COLECTIVOS

Los cabreados

A este fenómeno sí le temen los candidatos. Son grupos de ciudadanos que podrían votarles en circunstancias normales, que están contentos con su gestión -en el caso de que el partido esté gobernando- o que comparten el programa alternativo. Sin embargo, están molestos por un hecho puntual y cambian el sentido del voto.
En Granada hay numerosos colectivos. Vecinales, como el caso de la plataforma organizada contra el puente de Bola de Oro o contra el vial de La Chana; culturales y muy activos en la vida de la ciudad -Granada Histórica o Mujeres por Granada-; incluso asociaciones con trasfondo político, como ‘Granada o Nunca’. Colectivos que se han posicionado públicamente en asuntos como el botellón, el destino del edificio del Banco de España, la reforma frustrada del Paseo del Salón o la tala de árboles en Constitución.

LOS JÓVENES

60.000 votantes

Según el censo electoral, 191.138 vecinos de la capital están llamados a las urnas el próximo día 27, cuatro mil menos que en los pasado comicios municipales.
Un tercio de esos votantes son jóvenes entre 19 y 35 años, según el último censo de 2001. Muchos están ya fuera de la edad del botellón, pero su reacción es -para los que andan metidos en el embrollo de la campaña- un «enigma».
Todos los partidos se disputan el voto joven y todos se cuidan de adoptar medidas impopulares.

EL VOTO INMIGRANTE

8.014 extranjeros

Son los ciudadanos de la UE y de Noruega que podrán ejercer el derecho al voto el día 27, 800 más que en 2003. No ha llegado a tiempo la reforma legal que permita votar a hispanoamericanos o sudsaharianos, a los inmigrantes extracomunitarios. Entonces, los partidos se tendrán que disputar en la capital casi 10.000 votos nuevos. Cambiarán muchas cosas.

LOS BARRIOS

Cada partido tiene sus ‘feudos’

Cada partido tiene su granero de votos en un distrito de la capital. El control de los barrios es clave en el resultado final. Las sorpresas electorales saltan cuando PP o PSOE tienen una fuga de votos inesperada, una ‘traición’. En 2003, José Moratalla (PSOE) retrocedió 4.500 sufragios con respecto a 1999. La mitad se le escaparon en zonas tradicionalmente socialistas. En La Chana, barrio obrero, el PSOE descendió mil votos, el mismo volumen que en la zona Norte. Por el contrario, el PP reafirmó su liderazgo en el Centro, Beiro, Ronda y Genil.

IMPREVISTOS

Y las meteduras de pata

Después están los imponderables, las circunstancias imprevistas que ningún candidato puede controlar, pero que decantan la balanza. Gabriel Díaz Berbel perdió la alcaldía en 1999 por el exceso de confianza de su electorado, que pensaba que todo estaba hecho, y también por las meteduras de pata del peculiar alcalde. Un sector del PP castigó a Kiki: los comicios municipales coincidieron con las elecciones europeas y los populares cosecharon 4.000 votos menos en las locales. No fue la abstención. Hubo 4.000 votantes del PP que dejaron la papeleta del partido para la UE pero le retiraron la confianza en Granada.
Cuando el viento sopla a favor, el mayor enemigo son las metedura de patas.

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