El Ayuntamiento inicia otra ofensiva contra los ruidos a través de denuncias vecinales

La anterior campaña del ‘Teléfono del ruido’ generó inspecciones de locales en las que se sancionaron a 22 establecimientos y se clausuraron otros tres más.

Publicado en Ideal el 12/02/2007.

Tener que oir gritos, palmadas, risas, música al máximo volumen posible, debajo de tu casa y cada fin de semana durante casi toda la noche, puede volver loco a cualquiera y, desde luego, colma la paciencia de casi todo el mundo. No se trata de padecer el jolgorio puntual de un carnaval, aunque sea de la magnitud del de Tenerife, o el desarrollo puntual de un festival de rock como el del Zaidín, o las trompetas y tambores de la Semana Santa, sino aguantar el ataque directo de los decibelios cada una de las noches de jueves, viernes y sábados. Ante este problema, los granadinos han hecho uso directo de la iniciativa municipal denominada ‘Teléfono del ruido’ para denunciar la pesadilla. Durante el tiempo que ha funcionado la campaña como tal, de octubre a diciembre de 2006, el Ayuntamiento ha acometido un total de 57 inspecciones de locales de ocio denunciados por sus vecinos.

Los resultados son alarmantes. Más de la mitad (37) de los locales controlados por los policías adscritos al grupo de Medio Ambiente, incumplían las ordenanzas sobre ruidos y a 22 de ellos se le han abierto expedientes sancionadores por exceso de emisiones sonoras que hacían imposible el descanso en las viviendas vecinas. Las inspecciones han sido realizadas sólo sobre las denuncias que se han producido por contaminación acústica entre las doce de la noche y las cuatro de la madrugada.

Pero además de los sancionados, la concejalía de Medio Ambiente, llegó a clausurar la actividad de tres locales de ocio, ya que superaban en seis decibelios los valores máximos permitidos, que ya son bastante altos y no poseían sistemas de control, como limitadores de potencia en los equipos de música, y aislamiento acústico, un cierre cautelar que se ha mantenido hasta que los locales han sido adaptados a las normativas municipales en vigor.

Nueva ofensiva

Según el concejal de Medio Ambiente, Juan Antonio Mérida, la experiencia del llamado ‘Teléfono del ruido’ ha sido tan positiva en lo que se refiere a la participación ciudadana, que a partir del próximo viernes se renueva la ofensiva. La Policía Local y los agentes especializados en Medio Ambiente estarán más atentos que otras veces a los problemas de contaminación acústica. Además de atender a los requerimientos de los ciudadanos, se volverán a realizar controles sobre las motos y una atención especial a los denominados ‘coches discoteca’. Incrementarán el número de agentes que normalmente se dedican a temas relacionados con los ruidos en la ciudad. El teléfono, en la primera aplicación de la campaña, no ha sido un número concreto al que llamasen los ciudadanos, sino que la llamada se realiza a los números habituales de la Policía Local, incluido el 092, que pasaba la denuncia a los agentes especializados.

En la calle

La mayoría de las llamadas que los ciudadanos realizan a los servicios municipales contra los ruidos se deben a molestias que sufren por la falta de insonorización de algunos locales y emisiones por encima de lo normal, pero también hay muchas que se producen por el ruido que se origina en la calle, fuera de los locales de ocio. Según fuentes de la concejalía de Medio Ambiente y la Policía Local, la gente tiene la costumbre, cada vez más extendida, de mantenerse en el exterior de los locales durante largos periodos de tiempo, primero para entrar al local y después cuando salen con alguna copa de más, las risas, voces y cánticos, se suceden sin que los vecinos ni los responsabales de los locales puedan hacer nada para evitarlo. Esas algaradas, a veces de más de una treintena de persona, hacen imposible conciliar el sueño. Lo mismo ocurre con grupos de personas que se desplazan de un lugar a otro de la ciudad, de marcha, y no dejan de vocear, cantar y golpear todo lo que encuentran a su paso. Los especialistas en ruidos aseguran que por la noche las personas tienden a gritar más para no sentirse solas, incluso a cantar por las calles cuando van en grupo en un intento de reafirmar su personalidad y decir que están ahí, pero esa costumbre, cada vez más extendida en zonas de paso entre bares y lugares de ‘botellón’ hace la vida imposible a muchos vecinos de la capital, aunque no tengan bares junto a sus viviendas.

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