Falla, noviembre y la Academia

Publicado en Ideal el 19/10/2009

Remedios Murillo Cubillas.

La sangre de Granada palpita cuando la Cultura, con mayúscula, hace salir a flote la personalidad culta y refinada del ser granadino. A veces parece muerta, a veces parece sorda, en muchas ocasiones nos hiela el corazón, Granada, ciudad de las mil caras, que lo mismo se deja humillar, casi enterrar en vida, pero que de pronto sorprende con la fuerza de su fuego interior y se  pone en pie para asistir a la construcción de un edificio sonoro que es un canto a la existencia, más allá del tiempo y de la muerte, y bulle la vida y los granadinos se ponen en movimiento y en sus rostros se delata la emoción de un acontecimiento inigualable. Catedral de Granada, templo de la música en una otoñal tarde. Tres figuras destacadas de la composición musical que de la mano de la Filarmónica de Málaga y los Coros de la Facultad de Ciencias de la Educación y de los PP Escolapios, van a homenajear a sus compañeros académicos fallecidos, y a regalar a la ciudad seis obras maestras de la música. Seis obras llenas de espiritualidad y que hicieron brotar sinceros aplausos en los que vibraba la emoción de estar viviendo un acontecimiento trascendental.

Catorce de Noviembre, aniversario de la muerte del Maestro, del que no es necesario decir nombre, porque está en el corazón de todos y, especialmente en el de su querida Academia de Bellas Artes. Otoño en Granada, llamaradas de fuego en sus álamos y sus granados, arreboles inigualables en ocasos de coloridos esplendentes, esos que inspiraron a Falla las más sobrecogedoras músicas, cuando, acodado en su ventana de la Antequeruela , abrazado por los cálidos runrunes de su querido “Confucio,” veía morir el día con su estallido de belleza, y su corazón, pleno de misticismo, de ansias de entrega, mas allá de lo razonablemente humano, “recitaría, entre cuenta y cuenta de su rosario”,  como tan bellamente dice García Román en un artículo, dedicado a Falla en 1996, “Gracias si queréis que mire,/gracias si queréis cegarme;/gracias por todo y por nada;/sea lo que Vos queráis. Lo que Vos queráis Señor/sea lo que Vos queráis (Juan Ramón
Falla sueña en Granada, Granada sueña a Falla, y la Real Academia este domingo pasado nos hizo soñar a miles de granadinos con la grandeza de unas composiciones que eran ofrenda  de amistad y compañerismo, pero ofrenda también como una nueva y rica página de la historia de la Música en una ciudad de grandes Maestros. Dos de ellos, en línea directa con el músico gaditano-granadino: D. Juan Alfonso García, alumno de D. Valentín Ruiz- Aznar que bebió directamente enseñanzas de Falla y D. José García Román, discípulo de D. Juan Alfonso; y el quiebro generacional en el compositor malagueño de nacimiento y formación sevillana de profesión, González Pastor, galardonado en numerosas ocasiones, y que con su obra “Porta Temporis” abrió el concierto, llevándonos magistralmente, desde la angustia profunda de las sombras a la luz de la Esperanza mas brillante

Gracias Academia de Bellas Artes por este esfuerzo excepcional, gracias Académicos porque con vuestro gesto dais a esta sociedad enferma de egoísmo una muestra de total desprendimiento, un signo de que nada está perdido, de que en el corazón de la Academia sigue existiendo el amor al arte y al amigo, porque,  pensar, como dice el Programa de mano que durante más de un año habéis trabajado “gratis et amore,” para ofrecer este regalo maravilloso a vuestros compañeros y a toda la ciudad, es un ejemplo que llena de optimismo. Y no podemos olvidar a la  Orquesta Filarmónica de Málaga, la misma que se prestó a tocar en  el Homenaje que  Mujeres por Granada ofreció a  la Reina Isabel la Católica, en el V Centenario de su muerte .No hay palabras para agradecer la disponibilidad de esta magnífica formación de nuestra ciudad hermana.

Una vez más Granada brilló a gran altura, la noche de Noviembre se llenó  de sinfonías y los corazones volaron en libertad hacia mundos trascendentes tan múltiples, tan plurales, como las creencias de las dos mil personas que abarrotaban nuestra espléndida Catedral.

Yo tengo claro que hasta el mundo misterioso del” soplo divino” de los felinos, inseparables de la genialidad musical  de sus dueños, paseaban esa noche por los tejados catedralicios para disfrutar de esos sonidos tan conocidos para ellos ¿verdad que era así, Confucio, I, II, III y IV, Pirulín y Belinda?


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