Muertos demasiado caros

Publicado en Ideal el 21/05/2007.

Remedios Murillo. Mujeres por Granada.

Definitvamente hay sentencia Por fin, después de largos, larguísimos años oliendo a cadáver putrefacto, leemos en los periódicos que las altas instancias -suponemos sevillanas ya que es en esa ciudad donde se toman las decisiones de la Alhambra- han dictado una pena capital definitiva: la maravillosa entrada, el galardonado pabellón, el inigualable referente de la arquitectura moderna, el que enriquecía con su presencia el patrimonio de esta ciudad, la funcional estación de autobuses de Parla (Muñoz Molina) que como por arte de encantamiento sustituyó la bella cancela romántica a la entrada de los jardines del Generalife, ha sido condenada a muerte. Aplausos mil a tan inteligente decisión.
Ahora tendría que hacer acto de presencia en los medios de comunicación local D. Mateo Revilla, aquel señor del que nunca más se supo y que durante muchos años fue Cadí de nuestra ciudad palatina. Ahora, digo, debería comparecer para demostrar, una vez más, que esta obra era la mejor, la precisa, la más votada, la que tenía el currículo ganador, la que nuestros jardines se merecían, la que no tenía parangón por su belleza. Europa Nostra debería levantar la voz ante esta condena, porque tan galardonada entrada merecería tener una defensa y demostrar que su no aceptación en años, su falta de encaje en el entorno, su rechazo unánime por expertos, legos, lugareños y foráneos, es un signo de catetez suprema y que la maravillosa construcción, merece perpetuarse en el lugar.

Mil veces fuimos denostados los que escribimos (o hablamos directamente con el responsable) en su momento, en contra de este pabellón. Mil veces fuimos tratados de incultos, de polémicos, de carcundios, de no entender de arte, de hablar de cuestiones estéticas donde había arquitectura de la mejor, y mil veces, para nuestro caletre, nos repetíamos la maldición de la gitana a la que no quisimos coger la ramita de romero «ojalá vivas en una casa hecha por este arquitecto y con muebles de diseño ». ¿Qué razón llevaba, sería una condena insoportable!

En estos momentos y tras largos años de polémica, en los que las glicinias y las parras vírgenes se negaron a crecer abrazadas a aquel arquetipo de fealdad, algunas cabezas pensantes han decidido que esta construcción no es el modelo adecuado, ni está en el sitio oportuno. Triste destino del disimulado acueducto donde la belleza del agua perdía todos sus encantos. Porque, es curioso, y mucho tendrían que aprender los arquitectos actuales de los alarifes árabes; vengo observando ya muchos años y no sé si el posible lector me dará la razón, que los juegos de agua en las construcciones nazaritas son un acompañamiento imprescindible, en cierta manera discreto; arriates, surtidores, fuentecillas, mezcladas todas ellas en un diálogo semisecreto con las plantas a las que nutren con su frescor. Agua que casi siempre se delata por su rumor por su discurrir vivo y alegre pleno de cristalina fugacidad, incolora sangre transmisora de vida. Por el contrario, en los diseños modernos, también se utiliza el agua, pero muerta, esas láminas que rodean monumentos, edificios ( uno también premiado del PTS), aparcamientos como el de la Glorieta de Arabial, son aguas silentes, quietas, sobre fondos negros que comunican sensación de muerte de estanqueidad, de putrefacción. Pretenden ser espejos y las imágenes en ellos reflejadas están distorsionadas por los detritos flotantes. La imagen que nos devuelven repele más que atrae. En la antedicha construcción ni el citado acueducto logró dinamizar el mamotreto.

Muerta y bien muerta está la entrada a los Jardines de los palacios de verano y recreo a los que como dice Luís del Mármol, se retiraban los reyes granadinos cuando «querían quitarse del tráfago y comunicación del pueblo escandaloso y amigo de novedades» pero ya son demasiados los muertos que cargamos sobre las espaldas de esta ciudad y eso pesa. Pesa en la economía, pesa en las estériles luchas, pesa en el convencimiento de que las determinaciones que se toman no están en manos de las personas adecuadas, pesa en la falta de compromiso de construir la ciudad del futuro Y así seguimos pensando que el Rey Chico es un gran muerto, la construcción de la Chumbera un mausoleo que destrozó un entorno, consumió cientos de millones y su gestión vaga errante sin acabar de encontrar una meta; el Parque del Realejo es un cadáver que subsiste; la muralla de S. Miguel un túmulo, o mejor cúmulo de despropósitos, la muralla zirí, un panteón para enterrar la muralla histórica, los museos hispano-musulmanes zombis ignorados y la inversión en el actual Museo de Bellas Artes un capricho que ha emparedado los Sillares de Machuca bajo un pladur carísimo, en unas salas tan escasamente visitadas que permanecen inertes largas jornadas.

Muertos de lujo, inversiones metidas a contrapié y que el organismo vivo que es una ciudad acaba rechazando y expulsando como astillas que no matan, pero hieren profundamente.
Conociendo las últimas decisiones, miedo da a quien y de qué manera se hará la toma de decisiones para la elección de la nueva entrada a los jardines más antiguos de España. Deseamos que esta deliberación se haga con claridad y transparencia y que las más altas Instituciones y expertos en Arte sean consultadas y emitan sus dictámenes. Que el arquitecto elegido lo sea por sus conocimientos y respeto al Patrimonio y a la historia, sin simpatías políticas (que tan malos ratos nos están dando). Y que los responsables de esta adjudicación no desdeñen la opinión de la ciudadanía porque la experiencia ha constatado una vez más, que cuando una obra no es aceptada por el pueblo, lleva sobre sus hombros una fecha de caducidad. La auténtica obra de Arte, lleva inherente la inmortalidad.

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