IMPUDICIA

Por Remedios Murillo Cubillas.

Lo llevó a cabo el ex alcalde Moratalla, lo repitió el señor Montabes, cuando era Concejal, y de la misma manera, huyendo, remató cobardemente su faena como político el Candidato por el PSOE parala Alcaldíade Granada, Javier Torres Vela.  Ante todas  esas retiradas de figuras “progresistas”, ya en su momento nos levantamos muchas voces críticas afeando aquellas huidas hacia cargos mejor remunerados y que no conllevaban la dureza de tener que ejercer constantes presiones para militar en  una oposición que  siempre es dura, y que muchas veces supone un trabajar en desierto. Todos somos conscientes de que la política ejercida desde el poder es mucho más fructífera, mucho más gratificante y con más posibilidades de obtención de resultados, pero cumplir una obligación con el electorado, un ofrecimiento voluntario, una coherencia predicada en campaña electoral, también es una satisfacción, quizás más íntima, menos floreada, pero conscientes, a la hora de aceptar el compromiso, de que lo realizado anteriormente puede pasar una factura inesperada y dar al traste con las ilusiones de gobernar, oscureciendo el panorama y ofreciendo un horizonte menos brillante y mucho más sacrificado. Esa es la incertidumbre del candidato, y solo  la voluntad soberana del votante la que manda y sorprende.

De verdad pensábamos que estas cosas no volverían a suceder, pues bastante se había denostado la conducta de aquellos que, después de unos meses, no resistieron la dureza de los segundos planos y huyeron a paisajes que aportaran más brillantez –sobre todo económica– a sus vidas. Es como el primer actor que, acostumbrado al aplauso y la primera línea del escenario, prefiere la retirada antes que representar un papel no protagonista, y aparecer en la segunda fila a la hora del saludo al respetable. Quizá esta actitud soberbia, robara a los espectadores la posibilidad de conocer  magníficos actores de reparto que  engrandecieran la representación.

Creíamos haberlo visto todo, pero nunca esperábamos tener que soportar la impudicia que según el Diccionario dela RealAcademiadela Lenguasignifica “falta de recato” y reitera además nuestro Diccionario que actuar impúdicamente, es hacerlo con “cinismo y descaro”. Todo esto lo acabamos de sufrir los votantes con la lista al Parlamento Andaluz del Partido Popular: el candidato número tres del que ya veníamos conociendo su fulgurante ascensión, tanto en cargos, como en emolumentos en la extinta Caja Granada (actuación del que algún día tendrán que dar cuentas ante esta ciudad pasota que mira sin ver cómo se ha perdido uno de sus patrimonios más sólidos y que más puestos de trabajo daba y mayores beneficios sociales repartía), este financiero metido a político, al no conseguir el poder que esperaba, pues su lista, aun siendo la más votada no ha obtenido la mayoría suficiente para detentar el poder en papel protagonista, abandona cobardemente el escenario sin ni siquiera estar decididas las posibles  coaliciones de gobierno, sin intentar la lucha, sin llegar a  tomar posesión, sin estrenar un escaño desde el que levantar la voz, desde donde sacar, si fuera necesario, uñas y dientes, sin  saltar a un escenario político donde la representación va a ser a cara de perro y donde, día a día, habrá que dejar jirones de piel, si de verdad se ama a Granada y bulle en el alma el espíritu de servicio a los ciudadanos y el compromiso con un futuro mejor para todos. Aterrorizado ante el panorama, no soportando la idea de ser “solo” oposición, el candidato ha vuelto a aquel puesto, del que había dejado la puerta abierta y  que llena la cuenta corriente (consultar informe dela CNMVsobre las remuneraciones de2011 alos directivos del BMN)  aunque sea a cambio de entregar en los mercados de reses para el sacrificio a una victima netamente granadina, sana  y  convenientemente cebada.

Pues, lectores queridos, lo sucedido, aparte de una impudicia,  es un gran fraude al electorado, un engaño, una escaramuza en la que se ha jugado con la voluntad popular. ¿Y luego se extrañan los partidos de que cada vez más ciudadanos hagan dejación de su derecho al voto? Los políticos, y solo ellos, están llevando al pueblo a la decepción, al desengaño y al convencimiento de que la voluntad popular es  un papel mojado que ni siquiera sirve para limpiar los opacos cristales de las sedes de los partidos. Así nos va.

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