‘Garnata nostra’

Publicado en IDEAL, 9 de junio de 2012

‘Garnata nostra’

José García Román

La adulación es estrategia secular para conseguir objetivos personales. Tapiro, el hijo del sastre de la novela ‘Granada de las mil noches’, experto en halagos, le dice al forastero ávido de información: “Don Alfredo Barbacid,/ todo resplandece en vos./ Gracias a Dios, gracias a Dios”.

Una gran parte de la ciudadanía está harta de carnés políticos que ofrecen colocaciones y facilitan puertas de privilegio. Predomina lo gris, la sordina, el silencio impuesto en un marco de “ejemplares libertades” que vetan caminos a otros, en tantos casos, más inteligentes y preparados. Por eso existen ejecutivos sin ser expertos, pero con sueldos como si lo fueran, o se ha instalado la política como profesión, bloqueando corrientes de agua, imprescindibles para el progreso de un pueblo.

Las informaciones sobre irregularidades financieras no pueden ser más alarmantes. La palabra ‘rescate’ nos humilla y el sonrojo brilla por su ausencia. Algunas reacciones causan asombro. Decepciona que el ministro De Guindos recurra al “espíritu vengativo” como argumento para evitar investigaciones en esta tormenta perfecta. ¿También pasar página ha llegado a ser un privilegio?

Granada tiene anemia y la duda muerde el corazón de esta ciudad, hoy en segunda fila. Una nueva frustración se ha apoderado de nuestra tierra con la pérdida de CajaGranada, que ha dicho adiós tras una operación que genera dudas, pues en poco tiempo las frases contundentes y embriagadas de retórica han desembocado en un acuerdo que la calle llama ‘entrega’. ¿Qué fue de aquellas fotografías de pactos de fidelidad y garantía de apoyo a una ciudad que sufre traición y dolor de oídos por un silencio que dice ser amante de ella?

La sigla SIP se apoderó de algunos que, por huir de maridajes y compromisos que podían fortalecer zonas que descompensaban aún más el desequilibrio de Granada, vieron positiva tal opción. Quien esto escribe, también. Entendí, en mi ignorancia –bien acompañada, por cierto–, que era necesario robustecer la imagen de esta tierra, evitando alianzas que pudieran generarle pérdida de protagonismo. ¿Adónde ha conducido el invento del BMN? ¿Podemos saber lo que ha ganado y ha perdido Granada con esta decisión? Han faltado opiniones de expertos que desde la probada independencia hagan análisis de la situación, diciendo hasta qué punto la operación ha sido un mal menor o ha acabado en un ‘mar’ menor, quedando el ‘nostrum’ como recuerdo del Imperio; en una laguna donde naufraga el liderazgo de Granada. Lo que sí parece claro es que las fortalezas deben rendirlas quienes las han defendido con experiencia, profesionalidad y entrega, sin apuntadores políticos. Granada se merece una reflexión profunda, expuesta por quienes tienen autoridad en el mundo de las finanzas.

La desaparición de las Cajas de Ahorro sólo se explica desde la política. Es una desgracia. No pocos pensamos que los afanes ‘numantinos’ han quedado para el blindaje personal, con pasadizos de ‘planes’ para el día después. ¿Es la forma de demostrar la solidaridad en tiempos de gravísimas injusticias, abrazadas a organigramas no siempre vestidos de competencia? Si además se permite justificar un sueldo diciendo que “otros ganan más”, es que los niveles del decoro están bajo mínimos. Nos preguntamos si se puede conducir un avión sin ser piloto. Por lo que se ve, sí. La ciudadanía comienza a pedir responsabilidades ante los desmanes que están saliendo a la luz.

En estos momentos parece que al final, por huir del vecino, acabará sobrando lo que antes se pretendía salvaguardar. Pero, por suerte para los ‘desafortunados’, acostumbrados a padecer los desaires de la soberbia, nada es eterno. Los “voraces de seguridad” que piensen en Pompeya. Un Vesubio inesperado enterrará con sus cenizas la necedad más pretenciosa. Acabaremos todos fusionados. Casi lo estamos. Un solo banco, un solo señor, una sola voz, un solo voto, un solo aplauso. La unanimidad. La adhesión inquebrantable, una vez quebrantada la identidad personal. El gran objetivo.

En el crucero de nuestra democracia triunfal hay más clases que en el Titanic. La sospecha de que en cualquier momento los mandos pueden huir en su bote –están blindados– y dejar que el barco se hunda ante los escollos de la desvergüenza, genera grave inquietud. Los secretos a voces que ocultan traiciones, vergonzosos enriquecimientos e indemnizaciones que atentan contra la dignidad humana, gracias a una estrategia de insolidaria solidaridad, incrementan las ruinas, hijas de fanáticos de la riqueza que no desean una “civilización de sobriedad compartida”, en expresión del profesor González Faus.

En Granada falta lucidez. Y liderazgo. “Ser absolutamente cuerdo” puede conducir a la tragedia. Le ocurrió a uno de los personajes más inteligentes del siglo XX: Walther Rathenau. El descaro del rostro de la traición es cada vez mayor. Una traición a la ciudad y a los principios solidarios. Es tanto el ruido, que apenas se oye el grito desgarrador de ‘Garnata nostra’.

 

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