SE LLAMABAN ESPERANZA
Remedios Murillo Cubillas
Ciudadanos por Granada
Eran ellos, no cabía duda. Eran guapos, jóvenes, altos, con buena imagen, con muchas marcas sobre la ropa que cubría sus bellos cuerpos. Pelo cuidado, limpio, teñido en colores llamativos, cortes de último grito, ojos soñadores con miradas indefinidas pues viven en el mundo que les lleva hasta el cerebro, sus ipod, los minúsculos aparatos electrónicos que atronan sus oídos de música, aislándolos de la vida que los rodea y haciendo de su vivir, una individualidad, una burbuja virtual.
Son la esperanza de una sociedad que ha puesto a su alcance el bienestar, el lujo, las motos, los coches, los viajes, la cultura. Todos ellos tienen terciopelo en las manos, ninguno tiene la piel encallecida por el trabajo, quizás luzcan alguna rozadura por las mancuernas del gimnasio, los bastones de esquí o las tablas de snowboard. Todos han viajado, conocen otras tierras, han tenido ocasión de convivir con estudiantes de su misma edad – y con sus mismas ganas de diversión – en países lejanos, han conocido otras costumbres y otras universidades. Han hecho amigos para siempre Así son la mayoría de nuestros jóvenes, aunque también los hay que han despilfarrado muchas ocasiones de ser algo, de prepararse para un futuro, de conseguir una especialización o un titulo que los acredite para el día de mañana. Es el grupo de los pasotas, de los que confunden las oportunidades con esclavitud y dilapidan el dinero público. Aún así, les seguimos considerando la generación mejor preparada, dicen que la más solidaria, -porque miles de ellos militan en ONGs- los más ecologistas, los más preocupados por el cambio climático, por lo verde, por el medio ambiente.
Han vivido tiempos de abundancia, de tarjeta Visa que rellenan los papás para que no les falte de nada, de fines de semana divertidos y veraneos de bronce en la playa o la piscina…y ahora, cuando el papá ha perdido la empresa, o le han despedido del trabajo, o mamá ha visto reducidos sus ingresos con un contrato basura…ellos siguen en un mundo ilusorio.
El veintiuno de Diciembre, antes de Navidad, el día que comenzaba el invierno, ya tenían una gran inquietud: ¿qué harían para celebrar la entrada de la primavera?. No podían descuidarse, había que ponerse a “trabajar” con dedos nerviosos sobre su Black Berry, había que convocar. Hay que superar al año pasado en el que “solo” se encontraron veinte mil jóvenes en el botellódromo de Granada Hay que procurar cinco mil más , conseguir el record.
Han llegado tiempos recios, tiempos duros para el mundo, para las familias, para nuestras ciudades. Tiempos en que llegar a fin de mes comiendo todos los días, será la gran preocupación. Donde el temor a no poder pagar la hipoteca dejará sin dormir a más de un padre que ya no podrá reponer fondos en la tarjeta del divertimento del hijo.
Desde estas líneas os llamo ¡Jóvenes Insensatos! ¿ No sabéis que el gobierno municipal no podrá pagar la demasía de horas para limpiar vuestra basura, que la policía no podrá vigilar ,como es debido, porque no podemos pagar tantas horas extras, que vuestros comas etílicos (veintiuno el año pasado) nos salen muy caros en atención médica y en hígados deshechos?Miles de ciudadanos verán dificultado su trabajo y consumirán en los atascos de ese día el combustible que necesitan para la semana. ¿Es esta la juventud de la esperanza, es esta la juventud comprometida, la solidaria, la responsable que ha de dirigir nuestros destinos próximamente?
Jóvenes ¿no leéis la prensa, no oís las noticias, no os preocupan las turbulencias del Banco Mundial, ni las recomendaciones de austeridad para sacar el país adelante?
Habremos de comenzar por quitarles de los oídos sus ipod para que escuchen los lamentos de un mundo que muere, asumiendo también nuestra parte de responsabilidad. Juntos hemos de afrontar una nueva forma de vivir, una nueva civilización. Empecemos con la primavera, donde todo se ha ce nuevo, y sigamos llamándoles, esperanza.
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