GRANADA ES PAISAJE

Gabinete de Comunicación de ‘Ciudadanos por Granada’

 

No importa lo que diga el Ayuntamiento, no importa lo que diga la Junta de Andalucía, no importa que la tecnología consiga que un terremoto de grado 15 no logre ni cimbrearlo y, por supuesto, no importa lo que diga el arquitecto o el promotor. Lo que es un atentado, lo es por sí mismo y no lo puede cambiar ningún argumento por solido que parezca y esté basado en todo un montaje urbanístico, por muy legal que sea.

¡Ay de mi Alhambra!

Y es que la construcción de una torre de 100 metros de altura en Granada es una aberración gratuita para mayor gloria de no sabemos quién o ¿quizá si lo sabemos?

‘Ciudadanos por Granada’ se opone rotundamente a semejante atropello que atentará gravemente contra la imagen de Granada, contra lo que Granada es y debe seguir siendo. Y es que Granada es Paisaje, un Paisaje con mayúscula, maravilloso, que es nuestro orgullo y es lo que buscan las personas que nos visitan. ¿Qué es lo que desean ver los miles y miles de visitantes que se asoman a los miradores del Albaicín o de la Alhambra? ¿Una ciudad como otras mil? ¿Torres de oficinas o viviendas que compitan con la Alhambra y con la Catedral?, o acaso ¿Quieren ver la vega partida en dos? ¡No! Si vienen a nuestra ciudad es para ver sus monumentos y su Paisaje, famosos y nombrados en todo el mundo. Nos acordamos de Clinton cuando dijo que en Granada vio la puesta de sol más bonita del mundo. Desde más de un mirador se vería el sol hendido en dos partes.

¡Ay de mi vega!

Y ¿Qué decir de  la vista de la sierra? Esa impresionante montaña blanca, tan nuestra, cercenada por la vanidad de alguien. Quien haya paseado por nuestra vega, por los poéticos caminos de huertas históricas recuerde bien esas imágenes porque con la construcción de esa torre no volverá a verlas. El paisaje de la Huerta del Tamarit, tan querido por Federico, no volverá a ser el mismo, la megalomanía y los intereses de algunos pocos habrán terminado para siempre con él.

Todos los que lleguemos a Granada desde la playa ya no tendremos el paisaje tan bello de la Sabika y el  cerro del Barranco del Abogado, la Alhambra quedará partida y el omnipresente edificio eclipsará cualquier visión del fondo; pero también a los viajeros que se desplacen desde Málaga les desaparecerá esa emocionante sensación de acercarse a un lugar diferente al que la naturaleza y la historia han regalado un sin fin de dones que hacen del mismo una singularidad única en el mundo.

Y todo ese sacrificio y destrozo ¿A cambio de qué? ¿Que se consigue con esa construcción? Desde nuestro punto de vista, solamente satisfacer una moda que hace del desarrollo mal entendido un elemento de depredación de nuestros valores más preciados. Los granadinos no podemos permitirlo y no solo por la visión que de nuestra ciudad tengan los visitantes, sino por nosotros mismos, por nuestra identidad y por la herencia que vamos a dejar a futuras generaciones que serán privadas de la esencia misma de una ciudad que contra viento y marea aun posee algo valiosísimo que ninguna otra se dejaría arrebatar. Granada tiene que seguir siendo como es, una ciudad a escala humana con alturas bajas y medias que no perturben el disfrute que supone moverse en un entorno lleno de la belleza que se hace patente por cada esquina, y querríamos que cada vez que volvamos a nuestro hogar nos alumbren esas altas cumbres, ese castillo rojo y esas colinas sin que ningún elemento discordante nos haga apartar la vista.

¡Ay de mi Granada!

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