NUEVA CIUDADANIA
Por Manuel E. Orozco Redondo* Publicado en Ideal el 21 de Marzo de 2011.
Ante la actual quiebra del sistema y el desprestigio de los políticos en curso, son muchos los que miran, esperanzados, a la ciudadanía como la única capaz de mejorar nuestra realidad, plena de corrupción, nepotismo, vanidad, avaricia y falta de sentido común, tal y como nos han demostrado los gestores del cambio hacia la modernidad y la felicidad por el progreso. La falta de pudor que están demostrando nuestros representantes ha calado en la ciudadanía, y, ahora, cuando la realidad y la crisis nos ha caído encima, se siente defraudada y crispada en la medida que ve peligrar su futuro y trabajo; pero hay que decir que todos hemos sido cómplices.
E. Fromm, ya hace unos años en su libro “La revolución de la esperanza”, vio, en el voto y en la capacidad de elegir lo mejor o lo más ético, una forma de mejorar el sistema de mercado y las democracias occidentales, pues podían obligar a los gestores y productores a esforzarse en ofrecer lo más conveniente para la sociedad y el ciudadano. Además, podría servir de ejemplo para otras culturas emergentes, una vez fracasados, estrepitosamente, los marxismos revolucionarios y sus posteriores intentos reformistas de los socialismos varios. En estos pensamientos predominan los optimismos de la modernidad que comenzó con Rousseau, que fue el primero en traicionar la Ilustración a base de volver a las certezas y a los absolutos como forma de afrontar la realidad, olvidando lo relativo que es todo.
El problema es que gente que está en esa mayoría de pensamiento moderno, preconceptual, se convierte en “élite” tanto en la política como en la ciencia, como en las aulas universitarias o de los institutos. La ciudadanía, después de más de 30 años, no ha sabido elegir ni juzgar lo que es bueno o malo y se ha dejado embaucar por las certezas y las promesas de felicidad o que todo es posible con sus verdades, pero que han generando muchos efectos perversos, de los que hoy renegamos.
Desde la opinión de muchos pensadores, los errores conceptuales del socialismo gobernante han sido tan graves y desastrosos para la sociedad -no hay más que analizar el sistema educativo, la economía, la Justicia o las Autonomías, etc.- que lo que la nueva ciudadanía tiene que exigir es la refundación del psoe y de los que se mueven en este pensamiento de las certezas e imposiciones. Nada se puede hacer ni construir, si este partido no comprende lo que ha hecho y a lo que nos ha conducido en sus arrogancias y “bondades”. La crisis es general, pero en España los gestores de la modernidad impusieron muchos de sus paradigmas y certezas a través de la cultura dominante y sus propagandistas que, además, reniegan de nuestra civilización. Desde esta realidad, se pueden entender muchos de los ataques, transformaciones y rupturas de valores con los que constantemente se ven envueltos a base de imponer y violentar a gran parte de la ciudadanía. Ya sea a través de ideas de igualdad, respeto a otras religiones y creencias, o a través de desprecio a la tradición y la historia, con sus luces y sombras. Cuando un país permite masivamente esto, nada será fácil y no podrá aspirar más que a ir tirando. Los de Frankfurt, los del Mayo francés y la invasión Praga eran masivamente de este pensamiento, lo que dificulta la capacidad para elaborar conceptos partiendo del conocimiento empírico. Los efectos han sido nefastos, pues han instituido el error y, como estamos viendo, no se cansan de equivocarse.