Publicado en Ideal el 20/09/2007.
Remedios Murillo Cubillas. Mujeres por Granada y Ciudadanos por Granada.
ESA ‘K’ inquietante, provocadora, dinamitadora de lo correcto, de lo de siempre, de lo legal, entró en nuestras vidas a mediados de los años ochenta. Era un movimiento contracultural y antisistema que venía inmerso en la batahola de la música ‘punk’, ese subgénero del rock que nace en la década de los setenta en Londres y que llena nuestras ciudades de una acústica y una estética cuando menos chocante y atentatoria contra el ‘buen gusto’, objetivo primordial a batir por este movimiento que ancla sus raíces filosóficas en el anarquismo, pensamiento que declara ilegitima la propiedad y solo reconoce legitimidad a la posesión, pretendiendo, con todo ello, subvertir el orden establecido. La trasgresión y la liberación de los estigmas sociales eran su punto de partida para incomodar y soliviantar a una sociedad que, según decían, dormitaba ajena a inquietudes sociales.
‘Okupa’, tiene su equivalente en la palabra inglesa ‘squat’, y lo que empezó con un grupo de chicos denominados ‘squatters’, que se organizaron para crear unos centros usurpados y autogestionados, saltó rápidamente las fronteras hacia Holanda, Alemania y España, cogiendo a todos los códigos penales con el pie cambiado y sin posibilidad de dar respuestas legales a estas apropiaciones de lo ajeno. Dándose el caso, de que muchos jueces sentenciaban a favor de los usurpadores, alegando abandono de las casas o ausencia de ‘función social’ de solares o locales diversos.
En Granada tenemos larga historia de este movimiento y conocemos la fuerza del Centro Social ‘Okupado’ del Camino de Ronda, donde ni la expulsión de la Policía pudo rescatar ese enorme solar perteneciente a las cocheras anexas a la estación, propiedad de la Renfe y que durante años viene siendo gestionado asambleariamente permaneciendo oculto tras unas decoradas tapias, pero lleno de actividad en su interior.
Todo lo escrito hasta este momento es sólo una mera introducción para adentrarnos en una variante de ‘okupas’ aún más descarados: la ‘okupación’ de guante blanco, el abuso de los que, por la cara, se adueñan de algo que es propiedad de todos y cuyo objetivo no es, ni mucho menos, hacer denuncia social, ni actividades de ‘kultura alternativa’ sino actuar en beneficio propio a costa de los demás, es decir, robar de lo público para aumentar el propio patrimonio.
El entorno de nuestra ciudad, nuestros montes, esos llamados parques periurbanos que tanto necesitamos para esparcimiento y oxígeno de nuestra asfixiante metrópolis, son zonas poco respetadas y una vallita por aquí, una alambrada por allá o hasta un modesto gallinero de tela metálica, son suficientes para ir ocupando metros cuadrados de espacio público que, un determinado día, se convierten en euros para la alcancía familiar. Son zonas poco frecuentadas, desconocidas para muchos y nada vigiladas por la mirada del auténtico amo, del gestor de turno que tiene en su obligación conservar y defender el patrimonio común. Y no digamos si la persona ‘okupante’ es conocida o tiene algún predicamento en la ciudad. Puede ser hasta condecorada.
La recuperación de los entornos de los distintos paños de murallas tanto zirís, como nazarís, nos ha obligado a muchos granadinos, inquietos con el patrimonio, a visitar zonas poco habituales en nuestro deambular de cada día y hemos podido comprobar lo anteriormente dicho. En concreto, en las proximidades de la muralla de S. Miguel alto, una hermosa casa, propiedad de un afamado cantaor, cuya foto salta, casi a diario a las páginas de los periódicos, va ‘caminando’ por la ladera de la montaña, con postes, alambradas y demás elementos. Pareciera un ser vivo que crece y crece… Nadie pone coto a esta expansión. Ciertamente, no es el único ‘okupa’ del monte, pues numerosas cuevas de propiedad privada hacen lo mismo y, lo que, inicialmente, puede ser un verde seto, más tarde se convierte en una placeta enlosada, o en una valla con su correspondiente cancela limitadora del paso a una propiedad privada. Vamos, privada o saqueada, al disfrute de todos los granadinos.
Actualmente, se está actuando en la recuperación de otro paño de muralla nazarí, la conocida por todos como Muralla de la Albérzana, en la que el arquitecto señor Gallego Roca, ha proyectado un bello paseo peatonal que hermoseará mucho una zona degradada y a su vez pondrá al alcance de todos los paseantes la belleza impresionante de esta mole de adobe con la que nuestros antepasados árabes de los siglos trece y catorce, defendían y cerraban la Granada de entonces. Y aquí surge un injustificable e incomprensible inconveniente: varios de los propietarios de las casitas unifamiliares que existen a un lado y otro de dicha muralla, han derribado las tapias originales de las mismas y, ante la desidia municipal, cuando no con el consentimiento del mismo Ayuntamiento (aunque sea en precario, señor juez) han avanzado las mismas sobre terreno publico, apropiándose de los metros que corresponden a la zona de seguridad de un BIC (en este caso concreto veinte metros exentos a cada lado del monumento).
Hemos recabado información ante el agravio que supone que el señor arquitecto diga que solo ejecutará el paseo en las zonas libres ya que no puede derribar esas tapias mientras que no se resuelva un expediente abierto por el Ayuntamiento hace diez años. Y se nos queda cara de tontos y se encrespan los ánimos de los vecinos cumplidores que no han osado mover sus límites y se saltan las lágrimas cuando se oyen las motosierras cortando árboles que han crecido en la zona, algunos autóctonos y espontáneos como las higueras casi tan viejas como la propia muralla a la que hacen compañía, otros sembrados por los propios vecinos, cuando, recién casados, llegaron a vivir en estas casitas y les dolía ver un campo tan abandonado que incitaba a convertirlo en garaje y vertedero y que tras veinte años son ejemplares magníficos de cipreses y olmos.
¿Cómo es posible que un expediente que lleva abierto más de diez años no se haya resuelto y esas tapias hayan vuelto a su lugar de origen? ¿Cómo se explica que en algunos de estos lugares hayan ‘crecido’ piscinas y nadie haya levantado la voz?
Sabemos que el Área de Urbanismo del Ayuntamiento ha dirigido recientemente unas genéricas cartas a los vecinos para que retiren sus tapias del lugar y, sinceramente, nos parece una ingenuidad por parte de nuestro Ayuntamiento, apelar a la buena voluntad de personas que ya han demostrado con hechos, el poco respeto que les merece lo comunitario.
Señora Nieto, agilice el expediente y demuela subsidiariamente esas tapias, cóbreles a los propietarios las sustanciosas facturas que eso conlleva y adjunte la sanción correspondiente. Todo ello antes de que al pie de la muralla, en lugar de paseo lineal, tengamos un laberinto apto para ‘gymkhanas’. Esas solemnes moles que defendieron a nuestros predecesores están, ellas mismas, necesitadas ahora de defensa y cansadas de tanta falta de consideración como se les tiene y no solo por parte de vecinos desaprensivos, sino por arquitectos soberbios como los señores Torrecillas y Zurita que han pretendido humillarlas y ‘acogotarlas’ con sus ambiciosos, caros y originales proyectos. Por favor, una solución integral para los siete kilómetros de vigías de la historia que, por fortuna, aún nos acompañan.