Publicado en La Opinión de Granada.
Antonio Almagro.
En 1990 el Ayuntamiento de Granada adquirió la propiedad del Cuarto Real de Santo Domingo, con ánimo de incorporarlo al patrimonio histórico de la ciudad y convertir una amplia propiedad privada con amplios espacios verdes situada en su mismo centro en un bien de disfrute público. El mayor interés de este espacio, además del medioambiental, radica en contener un monumento excepcional no sólo por sus valores artísticos e históricos, sino por su excepcional estado de conservación, pese a las vicisitudes que a lo largo del tiempo le ha tocado sufrir. Tras producirse la adquisición, los entonces responsables municipales encomendaron a la Escuela de Estudios Árabes del Consejo Superior de Investigaciones Científicas el estudio y la restauración de este singular monumento, seguramente el más antiguo de los palacios nazaríes conservados. Este conjunto que incluía una sala de recepciones de planta cuadrada ricamente decorada, lo que se denomina una qubba, y un amplio jardín en su frente, pasó de los reyes nazaríes a los Reyes Católicos que lo donaron, junto con otras propiedades, a la orden de Santo Domingo para la fundación del convento de Santa Cruz la Real. En el siglo XIX, pasó a manos privadas al ser desamortizado el convento y los nuevos propietarios optaron por convertir la qubba en un salón de la nueva vivienda burguesa que edificaron sobre parte del primitivo jardín y de las huertas. Esta transformación desvirtuó su esencia y produjo la desaparición del pórtico y la alberca que la precedían.
En el año 1995 se llevó a cabo una amplia investigación en el monumento y su entorno, tras lo cual se propuso la demolición de la mayor parte del edificio moderno, la recuperación del jardín primitivo y rehacer el pórtico que servía de enlace entre la qubba y el jardín. De esta propuesta tuvo pleno conocimiento la Comisión Provincial de Protección del Patrimonio Histórico que sin plantear ninguna objeción, dictaminó que se presentara el oportuno proyecto. Cuando tras vacilaciones y olvidos del tema, en el año 2000 el Ayuntamiento tomó la decisión de llevar adelante la propuesta que proponía la Escuela de Estudios Árabes, de forma insospechada, la Dirección General de Bienes Culturales de la Junta de Andalucía, desde Sevilla, se manifestó opuesta a la demolición del edificio moderno, pese a que la Comisión Provincial unos años antes no había expresado reparo alguno. Las razones aducidas, unos supuestos valores históricos de la construcción reciente, fueron desde el principio firmemente contestados por distintos especialistas, algunos buenos conocedores de la realidad urbana y monumental granadina. A partir de ese momento se sucedieron discusiones y decisiones que vistas con cierta perspectiva resultan un tanto surrealistas. Mientras se procedía a la restauración de la qubba bajo la dirección de los investigadores de la Escuela de Estudios Árabes, la Comisión Provincial de Patrimonio aprobaba el proyecto de jardín sobre la antigua huerta que los ciudadanos hoy pueden “disfrutar o sufrir” según su gusto y talante, y un esperpéntico anteproyecto que pretendía construir un rampa adosada a la qubba y a la muralla, y transformaba en edificio contemporáneo la construcción del XIX. Los pasados elogios a sus valores históricos y artísticos se convertían en una autorización de demolición de una parte sustancial de la misma y de transformación total del resto a un lenguaje presentado como contemporáneo.
La llegada de un nuevo responsable a la Dirección General de Bienes Culturales permitió la reconducción del tema por vías más razonables y tras realizarse nuevas excavaciones en el edificio y en el jardín que han venido a corroborar lo que ya se sabía respecto a la estructura y límites de éste, los criterios parece que se han vuelto favorables a la demolición de la construcción moderna.
Es por tanto el momento de adoptar finalmente una solución adecuada para el monumento, propiciando la recuperación de las estructuras nazaríes, que son las que realmente poseen un valor incuestionable, y no pretender reabrir el debate de la rehabilitación del edificio decimonónico que con su precariedad constructiva, su lamentable estado de conservación y los más de ochocientos metros cuadrados que lo integran supondría una elevada inversión que además imposibilitaría la recuperación del jardín medieval, sus andenes y su organización, ya que la primitiva alberca está situada justo debajo de la puerta del edificio y todo ello a un nivel sensiblemente más bajo que el actual. Resultaría más razonable demoler la construcción dejando únicamente dos pequeños pabellones que cierren las desfavorables perspectivas que tendría el jardín hacia el Barrio de la Virgen y que acompañaran a un elemento de transición y enlace entre la qubba y el jardín que viniera a reemplazar el primitivo pórtico desaparecido resolviendo sus mismas funciones. Todo ello sólo supondría una superficie de unos 160 m2.
A todo lo largo de este proceso los investigadores de la Escuela de Estudios Árabes hemos procurado mantener en todo momento una postura de discreción y colaboración institucional, evitando las polémicas estériles. Pese a que en los últimos años se nos ha relegado a meros espectadores, minusvalorando aparentemente el valor de la información y los conocimientos adquiridos merced a nuestro método científico de trabajo, seguimos brindando nuestra asistencia para bien del monumento, único merecedor de la atención de todos. Afortunadamente, y pese a que tras su restauración la qubba ha permanecido casi dos años cerrada hoy puede visitarse, lográndose con ello la adecuada vigilancia y el cumplimiento de la función primordial del patrimonio que es satisfacer las demandas culturales de los ciudadanos. Desde aquí invitamos a todos a disfrutar de este bello edificio y a contemplar la posibilidad de su recuperación integral como se explica en los paneles que colocamos a la entrada para facilitar su comprensión.
En suma, seguimos ofreciendo nuestra franca y leal colaboración a las instituciones, en absoluta fidelidad con el espíritu y la letra de los convenios en su día suscritos y por los que se nos encomendó la restauración del Cuarto Real de Santo Domingo, que incluye tanto la qubba como el jardín anejo, pero sin que en ningún caso hagamos dejación de la responsabilidad que como ciudadanos y como funcionarios públicos nos corresponde, de hacer cuanto sea necesario para salvaguardar los valores de un monumento de la importancia del Cuarto Real de Santo Domingo, cuya definitiva recuperación y valoración por parte de los ciudadanos deseamos ver pronto culminada.
Antonio Almagro
Laboratorio de Arqueología y Arquitectura de la Ciudad.
Escuela de Estudios Árabes. CSIC.