El mantenimiento de la única zona de ocio en la que está permitido beber en la ciudad supone un gasto de 2.000 euros al día. Reponer todos los destrozos y actos vandálicos, 784.000 euros anuales.
Publicado en Granada Hoy el 08/11/2009.
De jueves a domingo el suelo del botellódromo desaparece. Los 9.500 metros cuadrados que ocupa la zona de ocio de la ciudad y en la única que está permitido beber alcohol se ocultan entre bolsas de plástico, botellas, latas, cáscaras de pipas, cartones de vino y hasta restos de comida, entre un largo etcétera de elementos dispares. Por ley, tiene que ser así. La ciudad tiene que contar con este espacio y los jóvenes disfrutar de él -a poder ser lo más cívicamente posible-. El problema está en que mantenerlo en ‘perfecto estado’ no sale nada barato al Ayuntamiento. Todos los años, el equipo de Gobierno tiene que sacar 800.407 euros de las arcas municipales -2.223 euros al día- para limpiar y adecentar una zona que puede llegar a albergar hasta 20.000 jóvenes los días más señalados, como es el caso de la fiesta de la primavera.
El comienzo del curso universitario supone un antes y un después para el área de Mantenimiento, ya que tiene que destinar cada semana una cuadrilla específica para la limpieza de la zona, en ocasiones, hasta con refuerzos. Tanto es así, que el Ayuntamiento realizó este año la contratación de siete operarios extraordinarios para la limpieza del botellón durante los viernes y los sábados. Al margen de este equipo, a la zona acude habitualmente el servicio ordinario de Inagra formado por entre 8 y 15 operarios de limpieza, más 3 o 4 hidros, 2 barredoras y 2 camiones recolectores. El domingo, el Ayuntamiento despliega en la zona 23 operarios, un camión recolector y 8 hidros. Y el lunes acuden 9 operarios extraordinarios de limpieza, apoyados por los servicios de Inagra. Todas estas tareas de limpieza se realizan casi cuando aún no ha salido el sol, ya que el espacio de ocio que se encuentra en una de las entradas a la ciudad por la autovía tiene que presentar una imagen decente a primera hora de la mañana.
Pero mantener estas instalaciones no es sólo cosa de limpieza. Reponer todos los desperfectos que, por unas razones u otras, se producen durante las noches de fiesta también le cuesta un pellizco al Consistorio granadino y por ende a todos los ciudadanos.
Los actos vandálicos suben peldaños en las partidas presupuestarias del Ayuntamiento y suponen todos los años 1.081.002 euros, distribuidos en 583.844 euros para mantenimiento; 330.000 para limpieza de grafitis y 167.154, tan sólo, para reponer papeleras y contenedores. Curiosamente, el reciente informe Vandalismo como fenómeno emergente de las grandes ciudades andaluzas ya alertaba del importante incremento de este tipo de actos en la capital que ha experimentado un incremento del 166% de actos vandálicos en cuatro años con la consecuente merma económica que conlleva para el Ayuntamiento.
En Granada, son las áreas de Mantenimiento y la de Participación Ciudadana las que lidian a diario para evitar este tipo de actos. Vicente Aguilera y Eduardo Moral, responsables de las concejalías, quieren destacar el importante esfuerzo que se hace desde sus áreas para prevenir estos actos al tiempo que subrayan “lo complicado que es pillar a los vándalos en acción”. Afortunadamente, desde hace poco más de un mes en las labores de control -en el caso particular de los grafitis- los agentes de la Policía Local cuentan con la colaboración de la Policía Nacional. Y es que el Ayuntamiento se ha dado cuenta de que sólo no puede hacer frente a este fenómeno. “Todos, desde los vecinos, los propios jóvenes hasta la policía deben velar por el mantenimiento de la ciudad y avisar en cuanto se den cuenta de cualquier incidente”, dicen los responsables.
La colaboración ciudadana se hace fundamental en el control de los actos vandálicos ya que, en muchas ocasiones, ellos son los perjudicados directos. Es el caso de los pinchazos de ruedas de los coches como ocurrió hace pocas semanas en la Bola de Oro o la quema de contenedores, algo habitual en el barrio de Haza Grande. “Ellos deben ser conscientes porque, tristemente, pagan el ‘pato’ económicamente de estos malhechores”, comenta en este caso Eduardo Moral. No se equivoca, ya que según los datos aportados por el área de Mantenimiento, la reposición de bancos destrozados en los diferentes barrios supone una inversión de 84.620 euros; las reparaciones en el alumbrado público (pedradas a farolas, por ejemplo), 198.170 euros; la puesta a punto de las áreas infantiles, 64.712 euros; la reposición de papeleras 42.666 euros y la de contenedores, 124.154.
En este sentido, el estudio antes citado también apuntaba que los meses de octubre, noviembre y diciembre son los más conflictivos en relación a este tipo de situaciones frente a otras épocas como son la primavera y el verano en las que parece disminuir la actividad vandálica, algo que el Ayuntamiento de la capital tiene en cuenta a la hora del incremento en las tareas de mantenimiento y el control policial de la ciudad. En cualquier caso, desde el gobierno local se subraya que el punto final a este problema no llegará sólo con el aumento del control y la limpieza en la ciudad, sino con la concienciación, principalmente, de los más jóvenes de que ese tipo de actos no son gratuitos para nadie.