«Es una obra de arte y será tratada con el mayor respeto y dignidad», dice Torres Hurtado, que aún no ha decidido el sitio.
Publicado en Ideal el 20/04/2008.
La polémica está servida. El alcalde de la capital ha decidido cumplir su promesa electoral y retirar el caballo que corona el edificio municipal de la plaza del Carmen, la obra de arte que el ‘tripartito’ decidió ubicar sobre el inmueble, con una parte de la sociedad a su favor y otra diametralmente en contra. «Siempre he dicho que ese no era el lugar adecuado para una gran obra de arte, y que debe estar en algún otro lugar donde pueda ser admirada por los ciudadanos y dignificar otros espacios de la ciudad que lo necesitan», dice José Torres Hurtado, que aún no ha decidido dónde colocará la escultura de Guillermo Pérez Villalta, ‘El instante preciso’, pero sí que la quitará durante el proceso de reforma y remodelación del edificio institucional del consistorio.Líneas rectas
En el proyecto de remodelación se contempla una fachada principal recta, sin nada en su parte superior, aunque los técnicos estudian la posibilidad de incluir algunos elementos de ornamentación, pero basados en la idea original del edificio cuando era Convento del Carmen, antes de la desamortización del siglo XIX, con pináculos similares a los que se han restaurado en la Real Chancillería, aunque por el momento se contempla sin elemento alguno.
El alcalde es consciente de que habrá críticas por parte de los partidos de oposición, sobre todo del PSOE, ya que esa escultura fue el empeño directo de su concejala Asunción Jódar y el hombre fuerte del ‘tripartito’, José Antonio Aparicio, pero espera que no se interprete como una acción para eliminar algo del mandato anterior. «La escultura debe estar en un espacio donde puedan verla, tocarla, apreciarla de cerca».
La retirada de la escultura acarreará polémica, pero la realidad es que el alcalde que la puso, José Moratalla, dijo en su momento que el caballo «es reversible. Esto significa que está montado sobre una plataforma a la que se fija con tuercas, que igual que se aprietan se pueden aflojar». La escultura fue instalada la madrugada del 13 de diciembre de 2002, sin aviso alguno. Un camión la trasladó hasta la plaza del Carmen, donde esperaba una grúa y un equipo de operarios para levantarla hasta el tejado del Ayuntamiento, mientras algunos de los concejales se atrincheraban en el interior del salón de plenos y contemplaban la operación por un resquicio de las contraventanas de los balcones municipales, y grupos de granadinos comentaban la operación en la plaza. A la mañana siguiente la polémica se disparó. A unos les gustaba, otros la rechazaban. Ahora ya es un elemento más del patrimonio de la ciudad.