La desamortización del siglo XXI

Publicado en Ideal el 29/02/2008.

Remedios Murillo Cubillas.

Pongamos fin a las nuevas ‘manos muertas’. Los granadinos pedimos una moderna desamortización. Hay palabras con personalidad propia. A todo lector que haya detenido su vista en este titular, ya le estará rondando por la cabeza nuestro convulso siglo XIX, con sus reyes polémicos y sus atrevidos ministros, inmediatamente estará rebobinando aquel antiguo bachiller, y el proyector de la memoria detendrá su fotograma en D. Juan Álvarez y Méndez, el gaditano que pasó a la historia como Mendizábal y a cuyo nombre la palabra desamortización se adhiere como rémora que le acompañará por los siglos de los siglos. Fue el suyo un Ministerio de Hacienda que arrasó con propiedades, abrió la gran etapa desamortizadora -que venía tímidamente, desde muy antiguo-, expropió por decreto ley y enriqueció las arcas del reino. Todo eso pasó hace muchos años y quizás salvó a la nación en situaciones límite en cuanto a liquidez económica se refiere. Llegar a los entresijos de la historia no es mi intención, ni me lo permiten mis conocimientos, aunque sí que a veces sería conveniente estudiar en profundidad temas que dieron lugar a financiaciones, por parte del estado, del clero católico y que, con la mentalidad aconfesional imperante hoy día, a algunos pueden parecerles ilógicas e inadmisibles, aunque de indudable raíz de justicia distributiva. Pero esa no es la cuestión de este artículo.

Aquellos conventos que acumulaban un gran solar o que tenían en propiedad fincas enormes que ni siquiera pagaban impuestos a hacienda, ya en la baja Edad Media suscitaban cierto temor entre los gobernantes, pues estos temían que el pueblo se quedase sin tierras de labor ni solares, ya que muchas familias pudientes hacían herederas de su patrimonio a las ordenes religiosas, gesto que era como firmar una póliza de seguro de salvación eterna; una ingenua manera de asegurarse un puesto allá arriba a cambio de que aquellos monjes, con sus oraciones diarias, ejerciesen el necesario tráfico de influencias, nada menos que con Dios.

De aquella antigua desamortización, los gobernantes, que no eran tontos, libraron a las instituciones que ejercían una gran obra social. Es el caso de las Escuelas Pías (Escolapios) y de nuestro querido Hospital de la Orden de S. Juan de Dios que nunca sufrieron tal medida. En Granada muchos conventos fueron suprimidos y corrieron distintas suertes. Ejemplos: Convento del Carmen, hoy Ayuntamiento; Convento de S. Francisco, enorme edificio que hoy ocupa Capitanía General; Convento de la Merced, sede del extinto Gobierno Militar, que en su adaptación, decidió demoler la iglesia y cuyos artesonados mudéjares están en los museos hispano musulmanes del Generalife; Colegio de S. Pablo (Jesuitas), hoy Universidad; Convento Ntra. Sra. De Gracia (Trinitarios), vendido a particulares, aunque posteriormente recomprado para el Seminario de Gracia; Convento de Trinitarios, solar que hoy ocupa la Plaza de la Trinidad y, en el primer momento de su desamortización, sede de la Delegación de Hacienda; Convento de la Victoria, en la cuesta del mismo nombre, de mínimos franciscanos, en un principio pasó a cuartel y fue derribado poco mas tarde; Convento de Carmelitas descalzos o de los Mártires, vendido a particulares; Convento de S. Francisco, hoy Parador de Turismo; Convento de Belén en calle de Molinos que pasó a cárcel; Cuarto Real, convento de dominicos, pasó a vivienda burguesa y aún corre una suerte incierta, etc., etc.

Todo lo anterior fue signo de unos tiempos, repletos de luces y sombras, que con su afán recaudatorio, supusieron pérdidas artísticas y patrimoniales irreparables que ahora no nos toca juzgar, pero que sí nos traen a la mente la posibilidad de nuevas desamortizaciones en bien de instituciones claves para el desarrollo de la ciudad y que se ven en apuros para poder crecer, contando actualmente con la ventaja de que esas grandes propiedades poco o nada tienen ya de valor artístico

El señor Alonso, actual ministro de Defensa, ha garantizado «enajenar las instituciones desafectadas al uso de la defensa conforme a la normativa vigente, dando prioridad a los acuerdos con las administraciones autonómicas y locales». Sabemos que la vecina ciudad de Málaga, mediante conversaciones, ha logrado que su Ayuntamiento se convierta en propietario del cuartel de Sagalerva que en un futuro acogerá instalaciones culturales. En Madrid, a punto están los jóvenes que han fundado el grupo COVIJO (Cooperativa Vivienda Joven) de conseguir las instalaciones militares que ocupan el número 55 de la calle Granada. Se habla de desafectar también terrenos en Las Gabias

¿Y Granad, qué? No tenemos Gobernador militar, pero Defensa conserva como sede del Gobierno, el Gran Convento de la Merced en la calle Real de Cartuja. No existen ya un número elevado de soldados, pero Defensa tiene un inmenso cuartel, el llamado Córdoba 10, antiguo acuartelamiento de Infantería, con una extensión equiparable a seis Campus universitarios de Fuentenueva… Es decir, solamente la recuperación de este cuartel, solucionaría todas las necesidades futuras de nuestra Universidad. Otro infrautilizado edificio es el llamado Refino. No cito el magnífico edificio de Capitanía porque sé que en él se ubica el MADOC, organismo de alto adoctrinamiento del que los granadinos estamos orgullosos.

Levanta sospecha el desmedido afán de nuestros políticos buscando terrenos para la Universidad fuera de Granada, sin intentar siquiera estas soluciones. Habíamos oído al PSOE hablar de parcelas en Jun, en Padul; el antiguo rector se apresuró, antes de marcharse, en ampliar el PTS con terrenos de Ogíjares; escuchamos al señor Torres Hurtado hablar de ampliación en terrenos de vega en la ronda Sur (al menos dentro de la ciudad); el señor Pezzi habla de El Fargue y nos preguntamos por qué no empezar a exigir que el ejército vaya devolviendo a la ciudad estas grandes propiedades, muchas de ellas procedentes de aquellas medida expropiatorias que hicieron historia.

Creemos llegado el momento de una nueva Desamortización. Las ciudades tienen que rescatar, y darles uso, a esos inmensos edificios que actualmente no suponen más que un despilfarro para el erario público. No son ya ‘manos muertas’, sino enormes cementerios donde no late la vida

Cada mañana nos despertamos con nuevas propuestas, todas extramuros, de ampliación de los campus, y qué casualidad que cada partido defiende terrenos que le son ‘propicios’. El miércoles, en el acto de entrega de las medallas del Consejo Social oímos a su presidente, instando al nuevo rector para que decida pronto por donde va a ampliar los futuros Campus y no habiendo olvidado aún el ‘pelotazo’ que supuso el de la Salud, mucho nos tememos que las ampliaciones no sean en los sitios más adecuados, sino en donde haya ‘tesoros escondidos’ que solo encontrarán algunos.

Pedimos a Defensa una gran generosidad para con Granada, sería la mejor victoria de un gran ejército. En esa batalla ganábamos todos.

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