El proyecto del Cuarto Real depende aún de las investigaciones arqueológicas

Publicado en Granada Hoy el 27/10/2008.

Un libro de 1885 de Contreras, el restaurador de la Alhambra, ya confirmaba la tesis de que el Cuarto Real de Santo Domingo fue una casa-palacio que disponía de un pórtico delantero.

El debate científico sobre el Cuarto Real de Santo Domingo nació, aunque pueda parecer el guión de una de esas novelas de misterio hermético que tan de moda están, situado en el espacio, mitad real, mitad imaginario, que delimitan un pórtico y un oratorio. El pórtico y el oratorio se convirtieron, desde el primer momento, en los dos grandes caballos de batalla sobre los que se fueron subiendo los contendientes para ir disparando sus armas contra el enemigo. Unos que si era oratorio y tenía pórtico, otros que si no era oratorio y el pórtico era un invento y así, también nacieron dos propuestas bien distintas para su recuperación: la una formalizaba un gran edificio exento y monumental, es decir, un oratorio con un pórtico delante. La otra defendía los restos de un conjunto palaciego más amplio que, hollado y matizado por la historia, debía enseñar lo que la historia había dejado, porque quitar o poner, más allá de lo que se conocía, sería falsificar ese producto y un Cuarto Real falso es tan falso como un Goya falso.
La persona llamada a poner orden en aquel inicial lío fue Juan A. García Granados, exquisito historiador y arqueólogo que excavó por primera vez, con Pablo Casado, el Cuarto Real. A poco de empezar, llegó a la conclusión de que no había tal oratorio sino palacio y que lo del pórtico era secundario en ese momento, una vez descubierto que allí debajo había un conjunto arqueológico oculto.
Los intentos posteriores de dar solución arquitectónica al problema se empantanaban siempre en el mismo charco, el de la falta de información que escondía el subsuelo de ese espacio mágico.
Así que, no sin cierta timidez, se fue avanzando algo y las posteriores investigaciones desarrolladas, la primera dirigida por Flor de Luque y Antonio Malpica y las dos últimas de Alberto García Porras y Eva Muñoz Waissen, siguieron con lo mismo: poco pórtico y nada de oratorio aunque cada vez quedaba más claro que el conjunto arqueológico iba creciendo en importancia y que la idea de un edificio exento para pasar el Ramadán en mitad del paradisíaco jardín era una ensoñación romántica. Pero lo más importante era que el proyecto futuro dependería cada vez más de la arqueología porque ¿quién podría volver a ocultar bajo tierra la fuente de azulejos policromados y muchas otras cosas que salieron en las excavaciones?
Ahora, cuando se refuerza el compromiso de devolver este bien a los granadinos, vuelve a plantearse la dificultad de devolver lo que no se conoce y en el Cuarto Real quedan aún muchas cosas por conocer y muchas dudas por resolver.
La primera, la muralla. Rafael López Guzmán publicó en el año 1993 una pequeña colección de documentos del Archivo Municipal de Granada y uno, fechado en el año 1512, habla de la necesidad de los monjes de abrir una puerta en “…el adarve de dicha cibdad que pasa entre la huerta del dicho monasterio y esa dicha ciudad la qual se ha de abrir en dicho muro…” para que los vecinos pudiesen ir a oír misa, de lo que se deduce que la iglesia estaba extramuros.
Pero ¿dónde está esa muralla? ¿Es la misma sobre la que apoya el Cuarto Real? No tendría mucho sentido porque entonces la iglesia no estaría fuera y no sería necesario abrir ninguna puerta. ¿Hay otra muralla entre la huerta y la ciudad que termina en Bibataubín?
Por otro lado, bajo el Cuarto Real aparecieron hace ya tiempo unas estructuras abovedadas que no terminaron de aclararse. Una hipótesis, la menos convincente, sería que formaban parte de una estructura de descarga de los edificios superiores, tal como se desarrollan en la misma Alhambra y otra, la más seductora, que configurase parte de la organización de una puerta que se abriría en la muralla a la cuesta de Aixa.
Rafael Contreras, restaurador de la Alhambra, escribió un libro por el año 1885 que una editorial de Sevilla, Extramuros, ha vuelto a publicar en edición facsímil hace apenas un año. En él hace un breve recorrido por las puertas de Granada y cita entre otras la: “…Puerta del pescado, Bib lacha y también bib mitre y bebeltee.” Y añade: “… Creemos que antes de ésta había otra, cerca del palacio de los Anxares (Cuarto Real)…”.
Es, cierto, una suposición, pero parece interesante la noticia cuando hay otros datos que apuntan en esa dirección como la Plataforma de Vico en que aparece dibujada esa puerta en el muro que da a la actual Cuesta de Aixa, como también aparece, inconfundible, la muralla que sube desde el castillo.
De todos modos, el libro de Contreras aporta más datos: “…una torre cuadrada y alta, llamada desde el siglo XVI Cuarto Real, y más antiguamente de Nonsará. Esta debía ser parte de un palacio… Así pues era un aposento no destinado, como han dicho algunos respetables anticuarios, a la oración, sino habitado por ilustres familias…” Y ya con dos palabras, deja en un brete la tesis del oratorio místico pero Contreras continúa “… se deduce que el Cuarto Real era una casa-palacio de segundo orden, de la cual no se conserva hoy más que un pórtico de ingreso, una sala cuadrada grande como las mayores de la Alhambra, y dos alhamíes, por haberse destruido antes de 1556 la casa que falta…”. O sea, que si no había oratorio, sí que había pórtico y vuelven otra vez los dos caballos de la batallita que tiene aburridas a las piedras, sean estas del pórtico o del palacio y que así seguirán hasta que no termine de excavarse todo.

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