Publicado en Ideal el 20/04/2007.
Remedios Murillo.
Conocí a su madre como destacada figura del mundo de la enseñanza de la música; ya había acabado yo mi carrera en el Conservatorio cuando la figura menuda de Miguel Ángel Gómez Martínez empezaba a destacar en sus estudios y a despegar en una brillante carrera profesional. Como cualquier granadino nos hemos sentido orgullosos de sus Conciertos, de la Dirección de las distintas Orquestas a las que ha pertenecido y de saber de su inveterado granadinismo, virtud esta que lleva a la idealización de lo amado y que acompaña como equipaje indispensable a todos los ‘exiliados’ de esta ciudad; alguna magia tendrá Granada cuando atrapa el corazón para siempre.
Hoy nuestro artista ha vuelto, trae bajo el brazo una ‘Sinfonía del Agua’, con todos los rumores de nuestras fuentes, pilarillos y acequias, atrapadas entre las cinco líneas de sus pentagramas y la nostalgia de su amada tierra haciendo vibrar su ágil batuta. Feliz acontecimiento, pero me surge una duda ¿se habrá alegrado del recibimiento que desde las páginas de este mismo periódico, en el artículo titulado ‘Vuelve a Granada’ le ha dedicado el señor Tito Ortiz? No conozco a ninguno de los dos, pero sí que el hecho de seguir la carrera artística de mi paisano, también me ha acercado un poco a su personalidad y al igual que sé de sus triunfos, sé de su actitud de hijo amantísimo, de su categoría humana y su bonhomía. Por ello, cuando leyendo hoy la colaboración firmada por el señor Ortiz, donde la figura cainita que tanto daño hace a Granada, aparece en todo su ‘esplendor’, he dudado de que sea el recibimiento que a él le hubiera gustado y que un artículo que se pretende loa, pero que esconde entre sus líneas tanto veneno, haya llenado de orgullo al músico que lleva con honradez el nombre de esta ciudad allende nuestras fronteras.
Granada es grande, capaz de cobijar a todos sus hijos, capaz de sentirse orgullosa de todos ellos, de cubrir con su sombra a los que la tierra parió y a los que se hicieron adoptivos por enamoramiento, como pasó con Falla y tantos otros. Todos son amados, todos tienen su espacio y como los granos de la granada, esa fruta tan simbólica, todos se apilan en el corazón de esta madre generosa que reúne talentos y respeta la individualidad de cada uno. El cainismo, ese ir unos contra otros, que tan mala fama nos da, no nace de la ciudad, el cainismo nace como mala hierba, en el corazón de algunos granadinos de escasa generosidad que son incapaces de reconocer grandezas en los demás y así cuando alguien destaca, hay que sembrar dudas, y abrir sentinas que llenen de pestilencia y mal olor los caminos del éxito por los que aquellos que no nos simpatizan, van haciendo su andadura con toda dignidad.
Presumimos, y con razón, de patrimonio histórico artístico, pero somos incapaces de presumir de otro bien patrimonial de primera magnitud como es el talento y el éxito que nuestros paisanos derrochan por el mundo. Y al igual que en el ya cercano día de la Cruz, veremos relucir el pero y las tijeras como símbolo de nuestro elogio siempre mezquino e incompleto, yo pongo un pero y unas tijeras al pie del artículo del señor Tito Ortiz, porque si de una bienvenida se trata, la ha oscurecido con la decidida voluntad de querer ofender a otro gran músico del que nos sentimos muy orgullosos y ante el España tuvo (hace escasos meses) la oportunidad de asombrarse con el estreno mundial de un Réquiem que ha marcado un hito en la Historia de la Música .
D. Miguel Ángel Gómez Martínez, gracias a usted y a todos aquellos que, con su arte hacen grande a nuestra ciudad, dentro y fuera de nuestras fronteras. Nuestra bienvenida es limpia y de corazón y nunca una ‘excusa’ ( como decía el señor de las Heras en su columna del domingo) para sacar la basura que llevamos dentro.