Manuel E. Orozco Redondo
Publicado el 21 de Febrero de 2011 en Ideal.
La actual política, esta política, se ha convertido en un gran problema para la ciudadanía, pero, ¿por qué? ¿Por qué los políticos se comportan así, con tanta arrogancia, derroche, egoísmo, desprecio de lo general y lo convivencial? ¿Por qué los políticos se aferran a sus cargos a pesar de imputaciones y favoritismos? Es opinión generalizada que se debe a la profesionalización de la política y a la mediocridad reinante actual. Dejar la política les supondría, en muchos casos, ir al paro. Por las redes sociales son constantes las denuncias a sus privilegios en las cotizaciones, jubilaciones, retenciones, vacaciones, etc.
Por otro lado, son cotidianas las noticias sobre rechazos, descalificaciones y violencias de determinados partidos contra otros, que expresan odios, miedos e intolerancias. Así, comenta un diario una de estas agresiones: “Cuatro energúmenos de corta edad atacaron al grito de “iros a España” una carpa informativa de Ciudadanos en el Paseo de San Juan de Barcelona. Armados con una navaja y unas tijeras destrozaron el puesto y lanzaron pintura y huevos a los militantes y simpatizantes”. ¿Por qué tanto amor patriótico y tanto desprecio por el otro? ¿No deberían ser prioritarios los intereses generales? Al contrario, cada grupo defiende lo suyo. Los partidos halagan y ofrecen dadivas a los que los aúpan y votan; en este circulo vicioso estamos. Así se exacerban las diferencias y se pierde el interés general que perjudica la convivencia. Acabaremos, en este sistema, como dice S.George, en una lucha de todos contra todos. Por tanto, si queremos hacer algo útil para el futuro de las próximas generaciones, hay que romper con esta forma de entender la política, pues nos alejamos cada vez más de lo que se entendía, desde los griegos, como pertenencia a una colectividad por la que todos luchan y desean vivir. Es difícil ver en los sindicatos o en los partidos un verdadero interés por la idea de España o por el interés general. ¿Por qué los nacionalistas no pueden soportar a los de ciudadans (C´s), a los del PP o los de UPyD que ni dejan que se expresen en la facultades o tener un tenderete en la calle. El miedo es el primer motor de la condición del hombre a la hora de actuar. En esta dinámica las tensiones aumentarán. Es urgente comenzar a remediar abusos, incoherencias, agresividades. Es necesario rectificar y que los que se presenten a las elecciones tengan trabajo, hayan demostrado capacidad y tenga algún mérito o tener amplia trayectoria de ciudadanía. Los jóvenes deben estar, sobre todo, preocupados por prepararse y procurarse un futuro, a donde poder volver después de la actividad política, por la que se debe pasar. Por esto, preocupan los jóvenes del PP, las juventudes del PSOE y, mucho más, los cachorros de Esquerra, Batasuna, etc. Se debería huir de la adoración a la idea de la juventud como valor superior, que tanto rechazaba Fellini, mientras se desprecia la experiencia y la responsabilidad. Molesta, cuando afloran las agresiones y los efectos perversos de sus normas e inventos, los lamentos de los mismos que las promueven, en la idea de todo por el ciudadano y nuestro bien. Hemos llegado, como decía Ganivet, a la Patología social, que se caracteriza por el exceso de leyes y que él denomina “polinomia”. Se aferran a prohibir y a legislar, cuando lo que hay que hacer es educar, mejorar la condición del Hombre y estimular los sectores productivos. Sin una verdadera regeneración social será difícil dar respuesta a los desafíos del S. XXI.
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