Publicado en Ideal el 28/01/2008.
Remedios Sánchez.
En uno de esos largues políticos que se dan los cargos públicos en fechas preelectorales, Cándida Martínez, todavía Consejera de Educación y candidata número uno al Congreso de los Diputados por Granada ha dicho, precisamente en este periódico que acoge y recoge mis maldades del decir, que «Lo que importa es que las infraestructuras estén en obras, no las fechas». Quede claro: en Granada tenemos muchas obras empezadas y hay que felicitar a la Junta por ello, aunque los resultados no los vayan a disfrutar -es un poner- ni nuestros nietos. Esto que ha dicho Martínez en serio, sin cachondeo ni retranca, lo dice un fulano que cobra de los presupuestos en cualquier país civilizado y lo mandan a casita ‘ipso facto’, por aquello de la vergüenza torera y de no hacer el ridículo a un mes y medio de las elecciones, pero nosotros es que estamos en Andalucía y en nuestra tierra, las cosas funcionan de otra manera. Al revés, para ser más exactos, porque si España es diferente, Andalucía aún más.
Desde que don Manuel Primero El Imparable la nombrara Consejera de la Junta allá por el 2000, desde que recogiera el testigo de ese otro gran hombre que es Pezzi que todavía no me aclaro qué bondades tuvo en su gestión, Cándida ha dicho muchas cosas inoportunas, desacertadas y fuera de lugar, pero pocas de la altura y la brillantez de la expuesta. Aparte de las cosas del decir, la gestión de la Consejera Martínez tampoco ha sido muy deslumbrante que se diga. Deja la Consejería, después de dos largos mandatos, orgullosa de su gestión, presumiendo de experiencia («En política, para liderar un proyecto, es bueno tener experiencia», ha soltado también muy ufana) y eficacia; deja atrás su puesto estando los jóvenes andaluces en la posición número diecisiete en excelencia educativa, los terceros por la cola en fracaso escolar, los penúltimos en acceso a la universidad y los peores en el informe PISA. De los docentes, mejor no hablamos, porque anda media plantilla desmotivada y la otra mitad cabreada o con depresión, que son los dos resultados naturales que se derivan de pasarse por cualquier centro de enseñanza. Casi nada. Qué talento el de Cándida; es difícil que Atila y su caballo hubiesen dejado más yermo el campo educativo andaluz.
Y por eso, como es natural, Chaves, el líder eterno de esta Andalucía imparable, la premia mandándola a Madrid en representación de los granadinos que, digo yo que algo muy gordo deben haber hecho a los políticos de la Junta para que nos castiguen de tan mala manera, pues a Cándida la sigue en la lista Pezzi para completar la faena. Ya lo dijo Lorca: «Para los barcos de vela, Sevilla tiene un camino;/ por el agua de Granada, sólo reman los suspiros». Y aquí nos pasamos la vida suspirando, anhelando un equipo de cargos públicos tenaces, comprometidos y valientes que nos deshagan la idea de que, la eternidad, que dijo la poeta, vive en Granada. Aquí se necesita un proyecto serio, un equipo que deshaga el entuerto perpetuo de la autovía de la costa, que solvente lo del AVE (no se olvide que Zapatero prometió venir en Ave a Granada en 2007; ya estamos en 2008 y las obras están licitándose), que nos saque de la apatía y que dignifique la labor política. Un equipo que se moje. Y cuentan que Cándida tiene por costumbre no mojarse ni cuando llueve.