Juan Manuel Segura, ‘Ciudadanos por Granada’
Me gustó leer el artículo de Tito Ortiz aconsejando al Ayuntamiento e instituciones públicas que crearan una escuela para formar a los posibles miembros del jurado del concurso de cruces, aunque creo que lo que realmente habría que aconsejar a los políticos granadinos es que reciban clases de ética e integridad. Ética para dejar de lado su inmoderado afán de notoriedad del que continuamente presumen y reconozcan así sus limitaciones y no acepten ir de jurado si carecen de la mas mínima sensibilidad para este tema incapaces de distinguir la belleza de la vulgaridad a tenor de los juicios tan desconcertantes que han emitido en los premios del día de la cruz de este año y otros anteriores. Integridad para ser justos y ecuánimes con las diferentes asociaciones y cofradías que de forma generosa y apasionada colaboran en la exaltación de esta fiesta, y digo bien, porque siempre se le denominó así: “Fiestas del día de la Cruz”, pero tan difícil de reconocer en estos momentos ya que se ha optado por desposeerla de dos elementos que le favorecían: la música y la cerveza −no defiendo el botellón− quedando reducida simple y llanamente a un concurso de altares. Es posible que esto justifique que el jurado esté compuesto por un ‘párroco y sus acólitos’ y, que una vez visto el número de participantes, seleccione para premiar a los que son ‘feligreses’ de su ‘parroquia’. Así se justifica el primer premio del año pasado y el segundo de este año, al altar levantado en la plaza de los Tiros junto al monumento a Isidoro Maiquez −aquel actor granadino que pintara Goya− cuando había otras cruces que lo merecían bastante más, siendo las macetas con tiestos de plástico su elemento diferenciador.
Es cierto que habría que descalificar a las cruces montadas con ornamentos cofrades, tan de moda estos últimos años, así como las montadas con albañilería −costumbre impulsada por nuestro propio ayuntamiento al sacarla a la plaza del Carmen−. Tradicionalmente la hacía el Centro Artístico dentro del patio.
Discrepo de algunos puntos del mismo artículo con respecto a otras limitaciones, por ejemplo que la cruz tenga que ser de clavel rojo. Este año el monumento, bastante digno, que ha hecho la asociación de vecinos del Sacromonte en el Santo Sepulcro llevaba tres cruces de clavel rojo en las tres puertas de la ermita, cuando considero que estéticamente hubiera quedado mejor aprovechar y utilizar la maravillosa cruz de piedra de Alonso de Mena que tienen en el centro.
Si buscamos en Granada Gráfica fotos de los años 20 observamos que las cruces se adornaban de formas muy distintas. Jorge Apperley la adornaba con hiedra en la plaza de San Nicolás. La sociedad Balompédica Granada la hacía con flores de papel en la calle de la Gloria nº 1, y también de papel se hacía en el grupo escolar Alfonso XIII por la Junta de defensa del Albaicín. Pero todas ataviadas con lo mejor que había en cada casa, mantones, cobres, cerámica, tapices, alfombras cornucopias, pequeños muebles y hasta algún cuadro, sin olvidar las mejores macetas del barrio. Era muy frecuente añadir algún elemento religioso, casi siempre una Virgen de las Angustias que nunca faltaba sobre la cómoda de algún vecino, ángeles, un niño Jesús y casi siempre una Inmaculada, (el mes de mayo considerado desde siempre el mas esplendoroso de vegetación y flores, la Iglesia lo dedicaba a la virgen). Me resulta difícil pensar que en los años 40 y 50 en plena posguerra hubiera dinero para comprar claveles naturales de Motril.
No soy crítico, ni erudito, ni exquisito. Soy un currante con más de una veintena de cruces a mis espaldas con dos primeros premios, uno a la izquierda y otro a la derecha. No fueron las mejores, entre otras causas, fueron por mi acercamiento personal al ayuntamiento de nuestra ciudad.