Los decibelios del muecín

Publicado en Ideal el 30/04/2008.

Francisco Morales. Granada contra el Ruido / Ciudadanos por Granada.

¿Es perjudicial el muecín para el turismo?. Hay estos días algo de polémica en Marruecos sobre la potencia de los decibelios de las mezquitas. Los islamistas se oponen a regular el sonido del muecín de madrugada, medida propuesta por una ministra.

Entre nosotros aún no existe esta discusión -aunque en cualquier momento pudiera iniciarse- pero sí otras que seguramente son de la misma raigambre bizantina. ¿Es nuestra ciudad la más ruidosa de Andalucía? De no ser así, ¿qué lugar ocupa en la clasificación autonómica del estruendo? ¿Ha mejorado o empeorado la cosa en función del color político de nuestros munícipes?…

Digo que son bizantinas estas cuestiones porque, en realidad, ¿qué le importa al ciudadano si en otros lugares o tiempos las noches de insomnio se dan con mayor o menor frecuencia que aquí y ahora?

Pero sí cabe plantearse dos cuestiones, muy especialmente si se participa en el gobierno la ciudad: ¿cuántos conciudadanos padecen ruidos en sus hogares? y ¿hasta qué punto es este asunto importante?

En el año 2001, según el Instituto Nacional de Estadística, más de 105.000 granadinos -el 43% de los habitantes de la ciudad- sufrían en sus hogares ruidos molestos procedentes del exterior. No se trató de una encuesta (en la que se sondea una muestra de la población y desde ahí se extrapola), sino de un censo: nos preguntaron a todos y cada uno de nosotros si sufríamos ruidos en nuestros hogares y el 43% dijimos que sí.

Con estos datos esta asociación elaboró un mapa que puso gratuitamente a disposición del Ayuntamiento y en el que se mostraba que en algunas zonas más del 75% de los hogares estaban afectados y en casi todas se superaba el 30%. No tuvo éxito nuestra aportación, quizá por ser gratuita, y el consistorio decidió encargar a la Universidad un mapa de ruidos que fuese conforme a las directivas de la Unión Europea.

Estos mapas son una representación numérica y gráfica del ambiente sonoro de una población. Para cada calle, mediante un complejo proceso de mediciones y cálculos, se obtienen unos índices en decibelios para tres franjas horarias (día, tarde, noche) y se hallan sus medias a lo largo de un año. Se registra también el número de personas afectadas por cada nivel sonoro de cinco en cinco decibelios. Y todo esto, según las distintas fuentes de ruido: tráfico, industria, actividades, etc.

Naturalmente, es un proceso costosísimo. En nuestro caso el ayuntamiento ha invertido unos 400.000 euros en dicho proyecto. En otras palabras, cada uno de nosotros ha invertido casi dos euros.

Inversión que sólo será rentable si la enorme cantidad de datos acopiados se utilizara como base para un análisis objetivo de la realidad, para un debate ciudadano sobre la situación y sus causas, y condujera a un plan de acción bien fundamentado y consensuado. Hasta las bizantinas preguntas del comienzo podrían acabar teniendo respuesta conforme las demás ciudades fueran elaborando mapas análogos y nosotros actualizando el nuestro.

Todo perfecto, ¿verdad? Pues no. Desgraciadamente, no.

Terminado su estudio, referido al año 2006, la Universidad lo entrega al Ayuntamiento en junio de 2007. En el otoño se envían los resultados, sin hacerlos públicos, al Ministerio de Medio Ambiente. Comienzan a aparecer artículos de prensa alabando la calidad del estudio realizado (que nadie duda, aunque quizá mejor sería decir ‘que todos suponemos’). Pero los datos no se desvelan. Nos dirigimos al Ayuntamiento pidiendo que se publiquen. Silencio. Interviene el Defensor del Ciudadano facilitándonos el acceso a la prensa. El Ayuntamiento reacciona: se publicarán en dos semanas. Pero no se publican, sino que se encuentra una ‘elegante’ doble fórmula para salir airosamente del paso: «Hagamos una bonita exposición gráfica en el antiguo edificio de las Hermanitas de los Pobres y facilitemos un resumen muy conciso y poco comprometedor a la prensa y a los ciudadanos que más griten».

Todo ello frontalmente en contra de lo que dicen las leyes (empezando por la propia ordenanza sobre ruidos de nuestro ayuntamiento): Los mapas de ruidos han de someterse completos a información pública para que todos los ciudadanos tengan la oportunidad de conocer todos sus detalles, de opinar, de hacer valoraciones, y de presentar alegaciones. Después se someten al informe vinculante de la comunidad autónoma, tras lo cual el Ayuntamiento los aprueba formalmente y los mantiene accesibles a todos.

¿Por qué no se está haciendo así? La hipótesis más obvia consiste en suponer que nuestros munícipes se han encontrado con una situación mucho peor de la que esperaban y no se atreven a afrontarla publicando los resultados objetivamente, sin hacer valoraciones que sólo al público corresponden y convocando a todos a un esfuerzo colectivo y bien organizado para remediar la situación.

Pero, obviamente, parecen incapaces de actuar de esta forma. Como botón de muestra, véanse las declaraciones que hace varios días hizo la señora Concejala de Medio Ambiente: «durante 2007 se iniciaron 53 expedientes sancionadores a motos ruidosas». Uno por semana y uno de propina más o menos las mismas que pasan delante de un guardia en Puerta Real en menos de una hora.

Claro que quizá todo este asunto del ruido no es para el Ayuntamiento tan importante. Como mucho, una desagradable molestia, un precio a pagar por el progreso material. Esto explicaría todo salvo los 400.000 euros que nos hemos gastado.

Pero no. El ruido produce efectos nocivos -bien comprobados y reconocidos en informes de la Organización Mundial de la Salud-, tales como insomnio, ansiedad, falta de concentración o de comprensión, irritabilidad, estrés, debilitamiento del sistema inmunológico, aumento de la propensión a ciertos tipos de cáncer y de enfermedades cardiovasculares Y como consecuencia de todo ello, es un importante factor de subdesarrollo económico y social.

Decía el Defensor del Pueblo Andaluz en su informe de 1996: «… yo mismo confieso que al dirigir en 1992, como Adjunto Primero de la Institución, este tipo de quejas no era consciente de la importancia y extensión de lo que, de forma simplificada, denominamos ‘las quejas por molestias de ruidos’».

Más tarde fui comprendiendo, a través de las cartas de las familias afectadas, la importancia de esta auténtica agresión a la intimidad familiar, a la convivencia de las familias, a la perturbación del descanso, sobre todo nocturno, hasta llegar en ocasiones a la depresión y al abandono de sus propios domicilios

Pues bien, según el resumen de datos que nos ha proporcionado el Ayuntamiento, el 80% de los granadinos sufre por la noche niveles de ruido superiores a los recomendados por la OMS.

Esta entrada fue publicada en Artículos de Opinión. Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *

*


*

Puedes usar las siguientes etiquetas y atributos HTML: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <strike> <strong>