«No dejaré que tiren la churrería de La Romanilla»

El propietario del inmueble que la Junta considera el obstáculo para el Centro Lorca no aceptará una expropiación y prefiere ser él quien construya en ese espacio, que permite hasta cuatro plantas.

Publicado en Ideal el 05/04/2006.

«No pueden expropiar un inmueble así por las buenas». Es lo que dice Antonio Ríos Rivas, el dueño del edificio de La Romanilla que parece haberse convertido en la clave para la viabilidad del futuro Centro Federico García Lorca. Todos los francotiradores políticos tienen puesta la diana en el lugar donde se ubicaba la tradicional churrería de esta plaza (ahora convertida en una tienda de patatas fritas y frutos secos), después de que la Junta de Andalucía asegurase que el retraso en el inicio de las obras del centro se debía a que el Ayuntamiento no había procedido a la expropiación del inmueble, una casa de no más de tres metros y medio de fachada. La realidad es que ninguna de las instituciones implicadas se ha puesto en contacto con el propietario para una posible compra o expropiación.Antonio Ríos se muestra sorprendido ante la polémica. «Cuando se habló del centro no se dijo nada de mi edificio, e incluso se me indicó que no les hacía falta», dice este granadino que posee el inmueble desde los años sesenta y en el que, afirma, «han crecido y estudiado mis hijos», hasta que decidió alquilarlo para que se montase la churrería La Romanilla. «No dejaré que derriben el edificio, quiero poder verlo». Para él, sería absurdo adquirir un inmueble para echarlo abajo. Sabe perfectamente el valor que posee. «Está calificado como de uso residencial y con posibilidad de cuatro plantas. Prefiero ser yo quien lo reconstruya y amplíe antes de verlo en el suelo», dice Antonio Ríos, aunque no se negaría a hablar con las instituciones. «El problema es que nadie se ha puesto en contacto conmigo». De hecho va a renovar el contrato de alquiler a la chica que lo tiene alquilado como tienda de frutos secos.

Casi imposible

Un expediente de expropiación sería casi imposible. Lo ha dicho el alcalde de la capital, José Torres Hurtado. «La única opción posible es una negociación con el propietario, y teniendo en cuenta que tiene la posibilidad de cuatro plantas a precio del centro de la capital», dice el alcalde que reitera que no es al Ayuntamiento a quien corresponde la gestión, sino al consorcio del Centro Lorca, cuando se constituya. La churrería se ha convertido en el arma arrojadiza de los políticos, es la cortina de humo sobre el desencuentro entre la Junta y la Fundación Lorca, una desavenencia fundamentada en el dinero europeo para el centro, unos 17 millones de euros. La Junta considera que el dinero le corresponde y lo usará en el centro, pero si lo construye será como un centro cultural autonómico gestionado por la Junta, por lo que no es necesario crear un consorcio. Por parte de la familia Lorca, el dinero le corresponde a la Fundación Lorca, según el acuerdo tomado con el gobierno de Aznar. En este caso tendría que formalizarse el consorcio, con gestión de la fundación, una fórmula que no gusta al gobierno autonómico. El caso es que el consorcio no se ha formalizado, no hay plazo para el inicio de obras y el Centro Federico García Lorca, por el momento, no es más que un expediente de futuro. Los solares están cedidos por el municipio, pero las obras no se han iniciado. El verdadero churrero de La Romanilla es Rafael Espejo, que dejó el edificio en cuestión hace casi dos años. Ahora posee un bar y restaurante también en la plaza, al otro lado de los solares del futuro centro. «Yo no creo que el inmueble de la churrería sea la causa de que todo esté paralizado. Cuando se vieron los primeros proyectos, la casa seguía ahí y no se tenía en cuenta para el museo», afirma Rafael Espejo, a quien le resulta curioso que ahora todo el mundo hable del churrero como problema para el museo, «el edificio, desgraciadamente, nunca ha sido mío, y mira que intenté comprarlo. Yo quiero dejar claro que no tengo nada que ver con esta historia». Cree que el Centro Lorca será importante para dinamizar todo el barrio y favorecer la desaparición de los ‘pies negros’ en la plaza y a todas horas.

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