Remedios Roldán Ávila
Secretaria General de ‘Ciudadanos por Granada’
No precisamente con mucho entusiasmo fue recibida la propuesta del Milenio en esta Granada acostumbrada ya a la frustración. Octubre de 2007: el presidente de la Junta anuncia la celebración del Milenio; noviembre de 2008: la Junta autoriza el convenio para constituir el Consorcio; marzo de 2009: se firma el convenio para crear el consorcio, y llega octubre sin haberse constituido. Malos augurios se nos presentaban ante este calendario tan ‘veloz’ y la incredulidad comenzó a hacerse presente. Aún nos cabía la esperanza de que Granada diera el salto cualitativo tan esperado con esta celebración, pero tampoco ha podido ser. Mientras que otras ciudades andaluzas han ido creciendo en posibilidades varias (véase el reciente acuerdo portuario de Sevilla, la ciudad de la justicia en Málaga y Sevilla cuando por historia la Real Chancillería que hoy alberga el Tribunal Superior de Justicia junto con la Fiscalía Superior de Andalucía se encuentra aquí; museos por doquier, AVE y estaciones terminados, y una larga lista de la que tirar), Granada no llegará ni a congratularse de una Universiada que empezó con el mismo traspié. ¿Y todavía hay quienes desde la política acusan a los granadinos de quejicas y pueblerinos?
A Miguel Ríos lo nombraron embajador del Milenio con motivo de su gira de despedida, mientras Mar Moreno lo felicitaba por su “valentía” y por ser “la primera personalidad pública de trascendencia” en creer en esta conmemoración, estampando sendas firmas en el libro de honor del Milenio. Nos gustaría verlo. El libro, claro.
A Granada se le suele escamotear, y con mucha facilidad. Hay que decirlo. Ni siquiera nos privamos de la ‘entrega’ fácil, al no apoyar a Granada como Ciudad Europea de la Cultura, por ejemplo. El Milenio va aquedar en unos cuantos actos que aún no están ni presupuestados, privando a nuestra ciudad de una auténtica huella que hubiese quedado como testigo de la ‘tan magnífica’ conmemoración que se nos anunció y que hasta hoy brilla por las discordias, el gasto inútil y el pretexto que adoptamos para por fin desagraviar, y digo desagraviar, a esta Granada que no consigue cumplir con los objetivos de llegar a ser la ciudad que se merece y deseamos, generando un gran desaliento en la ciudadanía.
Para qué comentar la huída de la señora Pleguezuelos, a las puertas de la ‘celebración’. Está claro que se cogen timones y se abandonan según el puerto más sugerente. No hay justificación pues. Pero, una vez más, ocurre en Granada.
Es realmente decepcionante ver que ni siquiera con motivo de una conmemoración de este signo aún no se pueda visitar el Cuarto Real; no se hayan rehabilitado definitivamente los baños árabes, las casas moriscas y las murallas; no se haya tratado adecuadamente y adecentado el Sacromonte y el cerro San Miguel; no se hayan eliminado las pintadas de la ciudad. Por no hablar del Teatro de la Ópera que se quedó solo en presentación, un AVE que no llega, una autovía inacabable a la costa, una red de ferrocarriles esquilmada y sin apoyos, una Vega sin proteger ni definir como patrimonio (aplaudimos que no se haya podido llevar a cabo el gran parque anunciado), un aeropuerto que se nos muere, etc., un paisaje, en fin, desolador que indica la situación de cierta incuria y más baja autoestima de esta ciudad que acusa cada día con más fuerza la ausencia de un liderazgo creativo que no deje perder oportunidades para incrementar el prestigio y peso social, intelectual y económico, hoy en declive.
Es muy difícil entender que la crisis económica sea la única responsable del fracaso de esta conmemoración que con tantos bríos hizo su aparición. También hemos de hablar de miseria de voluntad. ¡Qué ocasión perdida!, otra más de las tantas que abochorna a los granadinos cansados de razones y excusas vanas. Granada pierde, y mucho, al mismo tiempo que aumenta el desencanto en miles de ciudadanos que sufren ante la grave pasividad y el derrotismo de quienes tienen el deber de luchar a muerte por los intereses de Granada y su futuro, sin pensar en elecciones ni partidos.
Granada: el Milenio podría haber sido una gran ocasión para dar un paso adelante, tan necesario. Una gran apuesta. Pero parte de la inversión destinada a este proyecto se ha quedado en gastos administrativos. No hagamos memoria. ¿Para qué? Los ciudadanos estamos condenados a ser amnésicos. Pero, no nos cansaremos de seguir luchando por esta Ciudad. Por eso concluimos diciendo de nuevo: Granada, Granada, siempre Granada.