La noche ya no es oscura

Andalucía es la quinta comunidad que regulará la contaminación lumínica.

Publicado en El País el 22/03/2009.

A los presos de Guantánamo se les torturaba con una luz permanentemente encendida. Es un ejemplo radicalizado de los que supone vivir 24 horas iluminado. Pero cada año está más cerca la noche sin oscuridad. La contaminación lumínica o alteración de la oscuridad natural del medio nocturno se incrementa y tiene efectos negativos en las investigaciones astronómicas, cambios en los hábitos de animales y vegetales y consecuencias para la salud de las personas.

Se puede comprobar desde casa, dejando las ventanas abiertas en la noche y viendo la luminosidad que entra en la habitación. A esto se le llama intrusión lumínica. “No se puede conciliar el sueño, crea ansiedad, estrés, y lo más importante, la luz en la noche nos puede trastornar el funcionamiento de la melatonina. Es una hormona que se segrega de noche, reguladora del ciclo circadiano, que controla el sistema inmunológico, el control del envejecimiento y la prevención del cáncer”, cuenta Carlos Herranz, presidente de la asociación Cel Fosc (Cielo Oscuro) que lucha contra la contaminación lumínica. Los perjuicios en la flora se observan paseando por la calle, comenta Herranz; “si miras los árboles de hoja caduca que están próximos a las luces se ve como la hoja dura más tiempo verde y tarda más en caer”. Daniel López, responsable de residuos de la ONG Ecologistas en Acción, que estudia la contaminación lumínica, añade el efecto que produce en las algas: “pierden también el ciclo circadiano, porque suben a la superficie o bajan según la luz, en el litoral gaditano están muy afectadas”. La playa de la Victoria en Cádiz está catalogada por esta ONG como uno de los puntos negros de Andalucía en contaminación lumínica junto con urbes como Sevilla o la costa de Málaga. “Los focos que iluminan la playa de noche suponen un derroche energético, desorientan a los animales. Los pájaros no pueden pernoctar, se deslumbran, se pierden, chocan”. También afecta a los insectos. “Hay algunos que viven atraídos por la luz, como las polillas. Sólo se concentran en los focos y dejan lugares totalmente vacíos, lo que interfiere en la cadena trófica de los animales”, asegura.

Y más allá de perder la oscuridad en el ámbito urbano afecta a los que estudian de noche, los noctámbulos por naturaleza, los astrónomos. David Galadí, astrónomo del observatorio de Calar Alto en Almería se lamenta de perder la posibilidad de descubrir el origen del universo. “Cada vez hay más brillo de cielo y se pierden los astros más débiles y lejanos, lo que impide muchos tipos de estudios, sobre todo los de vanguardia”. “La contaminación lumínica nos roba la posibilidad de saber dónde estamos y quiénes somos”. Pero Galadí no sólo reivindica el cielo oscuro para trabajar, habla en nombre de los amantes del cielo. “Es importante que defendamos ver las estrellas como patrimonio cultural y natural”.

Según cálculos de Cel Fosc, el 99% de la población española vive bajo un cielo contaminado, el 67% ha perdido la visibilidad de la vía láctea, el aumento del consumo eléctrico crece hasta un 10% por año y España tiene el récord europeo de potencia media por farola. Pero no hay ninguna ley sobre la contaminación lumínica. “Sólo un apartado en el real decreto de Eficiencia Energética del Ministerio de Industria”, dice Herranz.

Andalucía es la quinta comunidad española que aprobará una normativa para regularla dentro de la Ley de Gestión Integral de Calidad Ambiental. “Si se desarrolla bien el decreto, será el proyecto que mejor cumpla nuestras expectativas de todo el país”, afirma Herranz. Para Jesús Nieto, director general de Prevención y Calidad Ambiental de la Consejería de Medio Ambiente, “este avance permitirá reducir el consumo de luz en la noche para favorecer la actividad profesional de los astrónomos y garantizar calidad en los entornos naturales y en los núcleos urbanos”. Nieto estima que para después de verano estará aprobado el borrador. “Las directrices que deberán cumplir los ayuntamientos serán cuatro: ajustar los horarios de iluminación, equilibrar la intensidad, utilizar las iluminarias óptimas y prestar atención al alumbrado ornamental y de fiestas”. Nieto se apresura a señalar que estas medidas también tienen una ventaja obvia, “a menos consumo, menos gasto”.

Es un mensaje que comparte el ecologista David López, feroz luchador contra el despilfarro energético, “no hay que olvidar que todo esto está exclusivamente propiciado por las personas”. La tortura y condena de muchos seres vivos se puede acabar con un simple gesto humano, acercarse al interruptor y apagar la luz.

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