EL SIMBOLISMO DEL AGUA.

EL SIMBOLISMO DEL AGUA, LA COFRADIA DEL AVELLANO Y ÁNGEL GANIVET.*

Por Manuel E. Orozco Redondo. Publicado en la revista EntreRíos nº 15 y 16. Especial Agua. Verano 20011.

EL SÍMBOLISMO DEL AGUA.

Granada es una ciudad atravesada por tres ríos: El Beiro, el Darro y el Genil, pero la Vega de Granada ve pasar al Dilar y al Monachil bajando del enorme espectáculo blanco de Sierra Nevada que alimenta a todos estos ríos y nos deja enormes espacios de naturaleza, riqueza y vegetación.

En Granada, rodeada de montañas, las fuentes son numerosas y jalonan los alrededores de esta ciudad en donde proliferaron profesiones tan típicas como los aguadores y los neveros, que desaparecieron con la canalización y el tratamiento del agua. Manuel J. Anguita Castillo, en su libro sobre el agua, nos habla de las Acequias, Aljibes y Fuentes de Granada y nos ofrece un amplio inventario de estas conducciones y construcciones por la ciudad. El agua está presente en esta ciudad y sus aguas frescas y cristalinas dan fama a sus productos agrícolas. El pan de Alfacar es un producto de calidad gracias al agua de sus fuentes y viveros. Con las aguas del río Darro se han podido realizar la Alhambra y el Generalife, en donde el agua genera los jardines y las fuentes más bellas que el hombre ha sabido crear inundando de colores y olores estos espacios que dan testimonio de una cultura que le debe todo a este elemento primigenio y que, en su refinamiento, consigue hacer arte cuando la utiliza de forma estática (los estanques de los Arrayanes, del Partal y Generalife) o dinámica (Patio de los Leones y las fuentes que adornan los patios) para el solaz y recreo de sus habitantes y dar testimonio de su verdad y forma de vida. Pero el agua tiene otras virtualidades, otros usos y sobre todo, sirve para dar sentido a la existencia y esperanza a la humanidad que ve en el agua posibilidades de futuro, de regeneración, purificación y fuente de vida. Como nos dice Mircea Eliade: “Podríamos decir en síntesis que las aguas simbolizan la totalidad de las virtualidades; son fons et origo, matriz de todas las posibilidades de existencia. “Agua, tú eres la fuente de todas las cosas y de toda existencia” como dice un texto indio (Bhavicyottarapurana, 31, 14) El Rig Veda exalta las aguas que aportan vida, fuerza y pureza, tanto en el plano espiritual como en el plano corporal. Así nos dice:

Vosotras, las Aguas, que reconfortáis

¡traednos la fuerza,

la grandeza, la alegría, la visión!

…Soberanas de las maravillas,

regentes de los pueblos, ¡las Aguas!,

yo les pido remedio”.

Las aguas son el fundamento del mundo entero (Brahmana VI, 8,2,2); son la esencia de la vegetación, el elixir de la inmortalidad, confiere larga vida y fuerza creadora, son el principio de toda curación. (M. Eliade, 1981). Hay que saber que el simbolismo desempeña un papel considerable en la vida religiosa de la humanidad; gracias a los símbolos, el Mundo se hace transparente, susceptible de mostrar la trascendencia.

Las aguas  desempeñan siempre la misma función, preceden a todas las formas y son soporte de todo lo creado. El agua confiere un nuevo nacimiento por un ritual iniciático; por un ritual mágico, cura. Jean Hani, cuando habla de la inmersión, nos recuerda que, la inmersión corresponde a una “inhumación”, a la muerte del “hombre viejo”; el agua recuerda las Aguas primordiales (Maim) del Génesis, es decir, la Matriz Universal. El individuo “pecador” es simbólicamente destruido, restituido al estado informe, el estado “caos”. La emersión, o salida del agua, es el renacimiento, la resurrección, la creación del “hombre nuevo”; ella corresponde al fiat lux” (J. Hani, 1983).

 

Este simbolismo es fundamental, a la hora de entender por qué Ganivet escoge este lugar y el nombre de Cofradía, de una Fuente y el del Avellano para conformar un grupo y cumplir una misión de mejora y esperanza para su tiempo de enorme crisis material y espiritual. La Cofradía busca el hombre de voluntad y autocreado con el que hacer posible una nueva Granada a partir de su toma de  conciencia. Recuerda al bautismo y su fuerte impacto simbólico. Pues el bautismo como vuelta al origen-caos representa y recuerda al Sol que surge después de morir en el agua. C.G. Yung, nos dice: “En los Vedas, las aguas son llamadas matritamah = las más maternas. Todo lo viviente surge del agua, como el sol, y en ella vuelve a sumergirse al atardecer. Nacido de las fuentes, ríos y mares, al morir llega el hombre a las aguas estigias para iniciar el “viaje nocturno por mar”. Esas oscuras aguas de la muerte son aguas de vida; la muerte con su frío abrazo es el seno materno, del mismo modo que el mar, que si bien se traga al sol vuelve a parirlo desde sus entrañas. La vida conoce la muerte” (C.G. Yung, 1981). Goethe, en su Fausto, se hace eco de esta idea cuando dice: “En las olas de vida, en la tempestad de los hechos, subo y bajo, voy y vengo. Nacimiento y tumba, un mar eterno, una trama cambiante, un vivir ardiente..”. Por esto, desde la época prehistórica, el conjunto agua-luna-mujer era percibido como el círculo antropocósmico de la fecundidad. En los vasos neolíticos el agua estaba representada por el signo VVV, esto es, el triangulo pubiano que se había configurado como fundamental en la cultura del auriñaciense y magdaleniense, como nos aclara S. Giedion, en su estudio sobre los comienzos del Arte. (S. Giedion, 1981). Ganivet, conocedor del poder del agua y de su simbolismo, no duda en tomarlo como referencia para su intento de regeneración basada en la voluntad, el conocimiento  y el esfuerzo con la que sacar a sus amigos de la pereza y la falta de creatividad. Ganivet, como tantos otros escritores finiseculares, reacciona frente al positivismo y al materialismo. La crítica ganivetiana se centra en la despreocupación de estos sistemas de pensamiento por el hombre, su problemática y el alejamiento de lo espiritual. En una de sus cartas leemos: “Realmente, lo único que hay, o que es, es la voluntad, la fuerza creadora, cuya primera materia es el conocimiento y cuyo impulso es el sentimiento o lo que llamamos tal”. (Ganivet, O.C.). Ricardo de la Fuente Ballesteros, en su trabajo, Ganivet y Schopenhauer, se da cuenta de este interés: “La aporía creación/destrucción, en clave de manifestación de la Voluntad ciega, y en clara consonancia con los modelos darwinistas y spencerianos alumbraría en La conquista del reino Maya, mientras que Los trabajos del infatigable creador Pío Cid, como yá se ha señalado, es la apuesta por la transformación del protagonista de la novela anterior en un asceta que parece escapar de Maya y se convierte en el hombre compasivo, capaz sólo de amar y comprender cordialmente a los demás sujetos, que, como él, están sujetos al inexorable dolor de la vida y de su aniquilamiento: “El único sentimiento que yo soy capaz de sentir es el amor, y lo siento por cuantas personas conozco”. (R. de la Fuente, 1996).

                                Representación de la fuente-mujer-matrix de J. B. Camille Corot. El Baño de Diana-La Fuente;  y la Venus de Willendorf, la vulva, como órgano de la reproducción por excelencia, es el símbolo dominante, junto a figurillas femeninas auriñaco-perigordienses de la fertilidad.

 

EL PODER DEL AGUA.

El libro de Masaru Emoto y Jürgen Fliege, “El poder curativo del agua”, nos da una visión nueva sobre el agua y sus potencialidades que la antigüedad, como hemos visto, atestiguan y ponen de manifiesto todas las civilizaciones. Estos autores confirman las propiedades que los saberes ancestrales daban al agua y que nuevos estudios de científicos valientes e imaginativos ponen de manifiesto. Sus nuevos conocimientos sobre el agua se basan en las fotografías de los  cristales del agua de las que recogen nuevas ideas sobre el estado del agua y las informaciones que obtienen del medio. Una de las primeras ideas que comentan estos autores, es que “el agua no es igual a agua, las aguas no se parecen. Las fotografías de los cristales del agua presentaban formas distintas según si se trata de agua de manantial o agua de grifo tratada con cloro. No toda el agua es igual. El agua reacciona al tratamiento que recibe y almacena información. Un buen manantial puede formar hexágonos armónicos, decorados con filigranas de una belleza que corta el aliento. La peor imagen fue la del agua clorada”. (M. Emoto, 2006). La conclusión que plantean es que el agua tiene memoria. Cada agua es portadora de informaciones que podemos absorber cuando la bebemos convirtiéndose en una parte de nuestro cuerpo. De ahí su importancia a la hora tratarlas,  beberlas y cuidarlas. Sus afirmaciones las exponen con imágenes como estas:

                                                       .

Imagen de agua sucia y cargada de sustancias nocivas en el fondo de un río. Agua sin estructura y, de algún modo, impotente El agua de un río que fluye libremente produce cristales de una belleza conmovedora. En cambio, si observamos el agua de un pantano, ya no encontramos estructuras cristalinas. Los cristales del agua nos enseñan claramente cómo debemos vivir.

Al agua de un pantano le cuesta formar cristales, pues en cuanto el agua ya no puede circular libremente pierde su energía vital.

Por el contrario la imagen del agua fresca de una fuente que emana al pie de una montaña es armónica. Es un cristal luminoso que expresa fuerza y belleza, originales de la naturaleza. Estos cristales podrían ser los que el agua del “Avellano” podría producir por su frescura y bondad, a la vista de su fama.

     Pero, como si fuera un organismo vivo, nos dicen, “El agua escucha música”. El sonido es vibración; el agua, pues, es capaz de reaccionar a vibraciones y almacenarlas a su manera. Sorprende las imágenes de los cristales del agua que escucha música” (Ob.cit). El agua no reacciona igual a todas las músicas: Así podemos ver estos ejemplos.

Cristal que produce el “Ave María” de Schubert. Es un cristal, muy bello y simétrico.

     Pero no solo escuchan música, sino que reaccionan a las palabras, por lo que los autores preguntan: “¿Sabe leer el agua? En Japón se piensa que cada palabra tiene un alma. La palabra trasmite un sentido y un sentimiento”. (Ob.Cit.)

 

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Este cristal se parece a un mandala y surge al oír un mantra sánscrito: Om Namaha Shivaya que significa: “Mi entrega altruista al divino, al dios Shiva, que promete la felicidad”.

     Por el contrario, cuando se pronuncian palabras negativas aparecen cristales confusos y nada bellos. Así se puede ver el efecto producido sobre las imágenes de los cristales de agua cuando se les muestra la palabra “imbécil” o, por el contrario, otra positiva. El agua del cuerpo es receptiva a vibraciones no armónicas. De aquí su importancia para la salud y el poder curativo que, desde la antigüedad tienen las aguas de los Baños, Fuentes, Aguas Termales, etc. Muchas veces estas aguas están vinculadas a milagros, a curaciones o efectos saludables sobre los que la beben. Las aguas de Lanjarón son un ejemplo de las bondades de sus aguas como las de Alhama, Zújar, Graena, Alicún, etc.

“Los conocimientos antiguos como los morfogenéticos se confirman con los nuevos conocimientos científicos. Rupert Sheldrake habla de un campo morfogenético en el cual está almacenadas todas las informaciones en forma de vibraciones. El agua lee y reacciona con las vibraciones de las palabras. Se pueden ver los resultados de esta resonancia en las fotografías de los cristales” (Ob. cit. 2006). A esto le llama el autor el efecto del alma de las palabras. Así vemos:

Efecto que produce en el agua la palabra “imbécil”. Con palabras hirientes o denigrantes, el agua no puede constituir formas cristalinas.

       Por otro lado, el agua, para el musulmán, como para la cultura judeo cristiana, tiene un significado religioso muy fuerte. Para un pueblo acostumbrado a un paisaje y un clima desérticos, el agua es símbolo del paraíso prometido por el Corán. Ángel Ganivet es consciente de todos estos conceptos por su conocimiento del sánscrito, que le permitió acercarse y comprender esta cultura a través de los Vedas. En sus libros hay muchas referencias a la influencia de esta civilización y, por tanto, conocer los significados e importancia del agua a través de sus símbolos y misterios de purificación o de nueva vida. De este conocimiento puede partir su defensa de los aguadores de Granada, pues defendía que el agua fuera lo más pura posible y que el agua para beber fuera de las fuentes de Granada. Su asociación a la fuente del avellano para reunirse y beber agua es particularmente ilustrativa del sentido simbólico de lo que quería hacer en el aspecto cultura y humano.

Junto a estas influencias Ganivet también tiene presente la fuerza y la belleza del agua en la Alhambra y cómo se la utiliza como símbolo y como referencia a través de los poemas de Ibn Zamrak, por su conocimiento del árabe, aunque consideraba a la Alhambra como un símbolo de ensimismamiento inoperante para el Granadino.

Para el musulmán, como nos dice Oleg Grabar en su libro sobre la Alhambra de 1978, el jardín representa el paraíso islámico como indica la palabra “rauda” (Jardín) que también se utiliza para los cementerios. En el caso de la Alhambra se acerca más al paraíso más sensual de bienestar físico con asociaciones místicas que no eclipsan connotaciones orgiásticas. En un poema de Ibn Zamrak ve el agua como una sustancia sólida convertida en monumento esculpido o por lo menos capaz de crear ilusiones. Por las inscripciones se conoce que la Alhambra tiene tres significados fundamentales: como Fortaleza que encierra un secreto a descubrir y que hay que defender; el Agua y su simbolismo y sobre la defensa de la fe. De todo esto da testimonio este monumento y es por lo que es arte vivo, pues nos descubre una civilización con sus intereses, sus preocupaciones y conocimientos. Por las inscripciones sobre el baño de la Alhambra nos habla de que el agua caliente es fuerza protectora del príncipe y el agua fresca la compara con su generosidad. Así el agua y el baño como bienestar que proporciona son dones y símbolos de un príncipe victorioso.

El tema del agua también se utiliza en movimiento. El Patio de los Leones, el Jardín del Paraíso, rodeado de columnas a modo de palmeras, es el ejemplo máximo. Con dos ejes de agua que surgen de las habitaciones y que se mueven hacia el centro del patio, para volver a la fuente y salir por los leones, símbolo solar. Los doce leones, como nos dice P. Garody, son el recorrido del sol por el cielo, a modo de zodíaco. También nos recuerda que los leones dan agua como símbolo de fertilidad, riqueza, generosidad que fertiliza la tierra. El jardín, como reflejo del paraíso, está en la poesía antigua y llega de Persia a España. También significa un paraíso más sensual, de bienestar físico con asociaciones místicas que no eclipsan connotaciones orgiásticas ocasionales. Este jardín con estanque de tradición islámica también es un tema del pensamiento cristiano que rodea a la Fuente de la Vida. En los poemas  e inscripciones se aprecia un significado de victoria. En un verso de Ibn Gabirol, poeta judío del S. XI, aparecen citas bíblicas. En donde el león y la pila sobre leones se comparan con el mar de metal fundido en el Templo de Salomón. Por todo esto, el agua tiene en la Alhambra muchos significados, pero, sobre todo, es un símbolo de poder del príncipe y sus victorias  con las que asegura y favorece la riqueza y el bienestar de su pueblo.

Pero dejemos el agua y sus poderes, pues junto al agua, como símbolo, se encuentra el árbol del avellano como nombre de la cofradía en la que Ganivet intenta renacer a esta ciudad a base de unos nuevos hombres. El nombre que Ganivet le da a esta reunión de amigos, como podemos intuir, no es casual, sino que tiene una fuerte carga regeneradora para la ciudad.

En las en las leyendas célticas el avellano es un símbolo de la sabiduría concentrada. También, por su relación con la gestación de uno de los primeros reyes míticos de lrlanda, Mac CoIl (“Hijo del Avellano”) en una época donde había un sistema matriarcal. El avellano es  símbolo de sabiduría y conocimiento. Sería esta la razón por la que los antiguos maestros, que pegaban a los alumnos, solían ser de avellano. También la madera del avellano es la preferida para bastones y varas de zahorí, ya que se le consideraba al avellano como un símbolo de autoridad y de conocimiento. Por otro lado, en la tradición griega y romana, como en la tradición céltica (se asocia a la prácticas mágicas), el avellano está consagrado a Hécate, diosa de la magia y la brujería; también Apolo, dios del sol, habría regalado una vara de avellano al dios Hermes. El agua y el árbol se unen para conformar deseos de mejora y sabiduría.

 

 

 

 

LA COFRADIA DEL AVELLANO Y ÁNGEL GANIVET.

Portada del libro, Cartas de Ángel Ganivet, prologado por Nicolás María López en el que se ve un dibujo de la Fuente del Avellano en los tiempos de las reuniones de la Cofradía.

     A. Malpica, en un estudio sobre “Agua, mitos, ritos y realidades”, señala que “la Alhambra decide construirla Muhammad I y para ello abre una acequia en el río Darro. Al Bayan completa la información, porque se lee que hizo un azud y que la acequia era exclusivamente para la nueva ciudad. Es claro que el agua la tomó del Darro. Textos de Ibn Jaldún  y Al Bayan habla de que el nacimiento de la Alhambra está íntimamente unida a la traída del agua a la Colina Roja. Una para la Alcazaba y otra para la Alhambra llamada del Sultán o Real por los documentos castellanos.

La Acequia Real surte de agua al conjunto de la Alhambra. Hace algunos años se transformó por las pérdidas que sufría. Se entubó antes del Barranco de las Tinajas y se hizo una conducción totalmente distinta. Se abandonó todo el trazado a partir de esta modificación, lo que supuso la pérdida en los últimos tiempos del caudal de la fuente del Avellano, que se alimentaba de sus derrames”. (A. Malpica, 1995)

La fuente del Avellano tiene que tener una larga historia, pues va unida a la Acequia Real y, como nos dice Manuel Reyes Camacho, “Hubo un tiempo en que hablar o escribir sobre las fuentes de Granada era normal, estaba dentro de la ortodoxia romántica, poética o literaria”. Las fuentes estaban unidas a la de los aguadores que la      vendían por la ciudad al grito:

Aguador de Granada.

            ¿Acabaíca de bajar la traigo ahora!

¡Fresca como la nieve,!

¡de la Alhambra, ¿quién la quiere?,

¡Buena del Avellano, buena!…”.

Los aguadores son defendidos por Ganivet frente a los peligros de la contaminación de las aguas de los ríos que produjo un tifus endémico en esta ciudad. Así nos dice Ganivet: “En Granada, una aguador tiene que ser a su modo un hombre de genio…”.

Pero en Ganivet, todo tiene significados. La Cofradía posee un valor religioso que pueden tener fines piadosos o asistenciales. El órgano plenario de la cofradía es el cabildo o asamblea general de todos los cofrades. El cabildo general es el encargado de elegir la Junta, que es el órgano de gobierno de la cofradía, encabezada por su presidente. En el Trabajo “quinto” de su novela, “Los Trabajos del infatigable creador P. Cid”, Ganivet se referirá a la Cofradía en los siguiente términos: “Juntos nos encaminamos, dando un paseo, a la fuente del Avellano, donde aquella tarde había asamblea literaria. No era una reunión casual, puesto que los poyos de la famoso fuente Agrilla  estaban ya en aquella razón lustrosa  y un tanto desgastada de prestar servicios a los literatos y artistas granadinos, que habían convenido reunirse allí todos las tardes para beber agua pura y fortaleciente y hablar de lo divino y lo humano con la apacible serenidad que infunde aquel apartado y silencioso paraje”. Insiste en que es agua pura y fortaleciente, en su convencimiento de los efectos beneficiosos de este principal elemento para los hombres que la beben y la cuidan.

Los componentes eran periodistas, escritores y pintores de todas las edades. Antonio Joaquín Afán de Rivera (1834), Melchor Almagro San Martín (1882), Nicolás María López, Matías Méndez Vellido, los hermanos Gabriel y José Ruiz de Almodovar –escritor y pintor respectivamente- Rafael y José Gago Palomo, Francisco y Luis Seco de Lucena, los artistas plásticos Isidoro Marín, Rafael Latorre y Adolfo Lozano Sidro.

En “Tristeza andaluza” N. María López evoca la Cofradía: “Nunca tuvo domicilio ni reglamento. El presidente nato fue Ángel Ganivet en sus estructura exterior se asemejaba a las Academias helénicas. Sentados en semicírculo alrededor de una fuente natural bellísima, bajo un dosel de álamos y avellanos, se departía con serenidad y elevación, con estilo granadino, que sabe combinar la serenidad de los asuntos con el ingenio y gracia. Se oía a todos; al viejo y al joven, al grave y al díscolo y no se decían más tonterías que las enteramente precisas para descongestionar un poco el ambiente poético del paisaje”.

Como explicará Melchor F. Almagro, la Cofradía del Avellano, fue “una agrupación de amigos entre sí y de letras, en quienes Ganivet, socraticamente, quería alumbrar fuerza del alma”. Tiene razón Almagro, pues Ganivet como gran maestro, busca la regeneración de Granada de manos del hombre nuevo, renacido, pues la crisis y la degradación del alma del español es patente ante la abulia y la decadencia de una sociedad que no ve claro el futuro ante la complejidad de la realidad que se les está echando encima. Como nos dice Amelia Correa Ramón: “Ganivet fue siempre consciente del carácter abúlico e indolente de la élite intelectual de Granada, representada en las personas de sus amigos de Avellano y que N. María López juzga como “enfermedad granadina”, que parece achacar a la “reminiscencia del fatalismo musulmán” y de la que solo parece haberse salvado Ganivet, que fue una excepción asombrosa de la pereza granadina”. En la correspondencia epistolar con sus amigos no se cansa de recomendar libros, revistas para incitar la curiosidad y el conocimiento de sus amigos. Así le dice a Nicolás María López: “Mi deseo es que todos sacudáis la modorra”. Ganivet busca la regeneración  espiritual y cultural de su ciudad natal y no se cansa de azuzar y espolear la peculiar idiosincrasia del grupo de amigos cofrades. La Cofradía del Avellano, como simboliza el agua y el avellano, busca ese renacer y resurgir del hombre granadino y de España. Para esto Ganivet plantea diferentes escritos en los que habla de sus proyectos de regeneración para sus amigos, para su ciudad y para España. En este sentido se expresa Amelia Correa Ramón, en su trabajo, “Ángel Ganivet y la Cofradía del Avellano granadino: una tentativa de regeneración cultural y espiritual”, nos dice: “Ganivet dedicó la mayor parte de su vida y de su obra a luchar contra lo que consideraba el mal de España. Desde el punto de vista de Ganivet, la única arma eficaz contra la dolencia nihilista del fin del siglo es aquello que podría denominarse como voluntad- utilizando una terminología nietzschena-. La voluntad humanitarista  de la Conquista del Reino de Maya por el último conquistador español Pío Cid (1897); la voluntad regeneracionista del pueblo, exhibida a nivel nacional con el Idearium español (1897) y a nivel local, en Granada la Bella (1896); la voluntad heroica del segundo Pío Cid en los Trabajos (1898), no son más que ensayos de escritor granadino por sobrevivir espiritualmente en un mundo que ha perdido las creencias religiosas, ensayos que culminan con su drama alegórico El Escultor de su alma, en el cual sólo el alma autocreada por una voluntad enérgica y prometeica puede llegar a equipararse a Dios” (Amelia Correa, 1998). Ganivet, desde la Cofradía del Avellano, busca un grupo en el que promover el crecimiento espiritual de las ciudades a partir de los contertulios fomentando la voluntad y el conocimiento. En estas palabras que dirige a Nicolás María López se pueden ver las intenciones de Ganivet para con la Cofradía del Avellano: “Nosotros somos granadinos y por nuestra parte debemos poner a Granada, y su núcleo intelectual (la región políti­ca es lo de menos) a la altura que podamos. No hay que hechar barrumbadas, pero tampoco achicarse; yo he visto algo, y no he visto nada en particular; lo que hay en Cataluña en punto a cultura lo podemos tener nosotros con facilidad, y con la ventaja de que lo nuestro es también español puro. Con que ánimo, que esto es práctico en buen sentido. La Cofradía del Avellano, puede hacer mucho. Yo no aflojo. Ya leerás en “El Defensor” la idea de estre­nar ahí el drama que tengo acabado.” (O.C.II).

Con esta obra nuestro autor expresa el convencimiento de la posibilidad del autoperfeccionamiento a través del esfuerzo, la renuncia y la voluntad tan necesaría para una civilización. Por todo esto, Ganivet debería ser un ejemplo para el hombre de hoy, perdido y conquistado por Maya, pues a pesar de sus apegos a los deseos e instintos, tiene, “un eje diamantino” que debe cultivar. Ganivet busca, por todos los medios, la suspensión de la cadena del deseo (Maya), ya que para Ganivet las pasiones dominan al hombre, lo esclavizan, lo atan a lo material, las pasiones son “insaciables”, el hombre está dominado por el deseo de poder, de posesión, por la ambición y por la necesidad de satisfacer sus necesidades orgánicas Su idea es clara: antes que intentar mejorar a la ciudad, es preciso comenzar por el individuo y recuperar la fe en uno mismo.

Ángel Ganivet, por Ruiz de Almodovar, en el balcón de su casa. Casa Museo de los Tiros.

 

 

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Una respuesta a EL SIMBOLISMO DEL AGUA.

  1. leo0nardo Villena dice:

    Magnífico. Manolo. Eres un genio: belleza, sencillez y cultura. Pura belleza. Un abrazo. Leonardo.

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