Administrar la derrota

Remedios Murillo Cubillas Mujeres y Ciudadanos por Granada.

¿Se imaginan un partido en el que al primer gol del contrario abandonen el terreno los jugadores del equipo que ha encajado el tanto? Serían penalizados seriamente por la federación, por su propia directiva, por la ciudad de la que defendían  los colores…se les prohibiría volver a jugar y la prensa los convertiría en carne de cañón.

Pues esto no es la primera vez, ni la segunda que ocurre en Granada con la oposición municipal. O gano o abandono el terreno de juego cual pataleta de niño mal educado, porque siempre dijo el sabio refrán “en la mesa y en el juego se conoce al caballero”…si esto es así, poco o nada  puede presumir de modales  el PSOE ante esta ciudad que los vota para que gobiernen, ya sea  desde uno u otro lado del salón de plenos.

Nadar en la abundancia es fácil, cunde la generosidad, se viven días de vino y rosas, se parten  y reparten regalos, la casa se llena de gente, llueven las  palmadas en el hombro, surgen como setas los amigos,  esos que se dicen de toda la vida, aunque hasta el momento triunfal, el trato  se limitara a  un frío saludo al cruzar el semáforo, o al coincidir en el café de cada mañana. Risas, regalos, alegrías y prebendas para todos. Así sucede  cuando se administra la abundancia  y lo mismo da que  ésta  sea  de dinero que de poder, aunque quizás es más deseable este último porque el poder tiene la mano poderosa y larga, llega a insospechados rincones y puede sembrar de simpatizantes el ancho campo que se abre ante una nueva legislatura. Evidentemente, nos referimos al poder político, qué duda cabe, a este espectáculo vergonzoso al que asistimos atónitos, con las deserciones de muchos de los que hace menos de un año se comprometieron con nuestra ciudad. No es nada nuevo en las filas del PSOE ya lo hicieron Moratalla , Montabes y algunos más, cuando naufragó el funesto tripartito, en el que todos eran mandatarios y ninguno oposición. Bruscamente nos dieron con  la puerta en las narices, ni siquiera les tembló la voz ni les  vimos enrojecer al huir cobardemente, pocos meses después de haber prometido que seguirían defendiendo los intereses de la ciudad, aunque fuese administrando sabiamente la derrota. Tomaron las de Villadiego sin volver por un momento la vista atrás, aunque, eso sí, echando el ojo y la mano a puestos crematísticamente interesantes guardados para los  “reservistas” de honor.

No salvamos a nadie,  a ninguna sigla política. Comenzó la saga en muy remotos tiempos cuando el partido Andalucista llenó de ilusión a los granadinos con aquel joven alcalde ya casi olvidado -   Arturo Arcas -. La ambición de poder de su PA le cortó la cabeza para que Sevilla tuviese un andalucista  en el sillón municipal y ahí “murió en flor la bella Inés”, murió de por vida aquella ilusión por un partido joven que sin nacionalismos, presumía de andaluz. Nunca mas levantaron, ni levantarán, cabeza en la ciudad, porque hay agravios y humillaciones que no se perdonan Tuvimos otra paracaidista que también corrió por piernas ante la derrota, la ínclita Pilar del Castillo que, presumiendo de amor por Granada, paseó su original “look – estilo  Agatha Ruiz de la Prada-” no más de tres minutos por nuestras calles y que, ante la derrota de su partido, optó por viajar a Europa, porque los segundos puestos dan grima y restan brillo

No conozco al señor Torres  Vela, no se las causas verdaderas de una huida a todas luces deslucida, quizás no sea por propia voluntad, igual que el regate de Cesar Girón; las últimas causas solo ellos y sus partidos las conocerán, pero de lo que no cabe duda es de que todo lo sucedido es una afrenta para la ciudad y una vergüenza para la clase política que con actuaciones como esta no recuperará la ya dañadísima imagen que los ciudadanos tenemos clavada en el alma. Trabajar en la oposición no es un desdoro, trabajar en la oposición es gobernar, al igual que en un partido de fútbol se reparten el protagonismo los veintidós jugadores que saltan al campo. Sin oposición no existe torneo, no se enriquece el debate, y no ejercerla, es hacer dejación de funciones y tener poco convencimiento del juego democrático. Huir en la mitad del partido exige una dura sanción y no me cabe duda de que Granada sabrá sacar tarjeta roja a un equipo que, no solo ha dormitado en la bancada  de los balcones de la plaza del Carmen, sino que sus cabezas de lista han huido cuando la situación era crítica.

Es sospechoso que solo la ostentación del  poder produzca ese placer erótico que atrapa y hace del poseedor un ser estratosférico que camina sin pisar el suelo y vuela hacia las nubes sin soltar jamás el sillón que le proporciona un especial estado de gracia y un placer indescriptible. Pero no siempre tienen que tener miedo los derrotados, a veces, en la caída se abre el gran paracaídas de una caja de ahorros, una radiotelevisión, unas siglas incomprensibles o un aire mediterráneo con olor a puerto. Hasta el final, nada está perdido, confíen en los equipos de rescate que  tienen preparados muy buenos colchones para amortiguar  los batacazos.

Claro, que puede ser que algún día los traviesos ciudadanos entren también en el juego, retiren la protección y caigan directamente de cara contra el suelo.

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