Publicado en La Opinión el 28/10/2007.
El tren que le gusta al alcalde para Granada, como explicó el jueves, es un “tranvía que levita”. Así, dicho de esa manera por Pepe Torres, podría pensarse que se trata de algo como de ciencia ficción, pero nada más lejos de la realidad. La máquina que tanto atrae al alcalde como metro para Granada es un tren de levitación magnética, más conocido como Maglev, un tren suspendido en el aire por encima de una vía, y que es propulsado hacia adelante por medio de las fuerzas repulsivas y atractivas del magnetismo. Pura Física. Su mecanismo, a simple vista, parece sencillo. La ausencia de contacto físico entre el carril y el tren, esa levitación de la que habla el alcalde, hace que la única fricción sea la del aire. La consecuencia lógica es que los trenes Maglev pueden viajar a velocidades bastante considerables y además tienen un consumo de energía moderado, así como un bajo nivel de ruidos. A los 30 segundos de arrancar, la locomotora alcanza una velocidad de unos 130 kilómetros. En este momento las ruedas, igual que ocurre en los aviones con el tren de aterrizaje, desaparecen. Cuando la velocidad llega a 160 kilómetros, el sonido de la fricción del Maglev con la vía desaparece y en ese momento ya no se sienten vibraciones. La velocidad continúa avanzando rápidamente y pronto supera los más de 350 kilómetros a la hora.
A pesar de estas velocidades de vértigo, los pasajeros pueden pasear tranquilamente por los pasillos del tren sin percibir ningún vaivén y es que el tren-bala es aerodinámico como una flecha.
El Maglev puede llegar a velocidades más que considerables, en torno a los 650 km/h, aunque al máximo que ha circulado es a 581 km/h, que se dice pronto, algo que los convierte en serios competidores del transporte aéreo. Para hacerse una idea de lo rápido del Maglev, la línea que une Shanghai con su aeropuerto -la única que existe en funcionamiento en todo el mundo-, un total de 30 kilómetros, es recorrida en 7 minutos 20 segundos. La velocidad máxima de 431 km/h, con una media de 250 km/h.
Da vértigo pensar en cuánto tiempo tardaría en llegar desde Villarejo al Zaidín, en caso de que finalmente el artilugio llegue a Granada, y, claro, suponiendo que no existieran estaciones intermedias. En los 15 kilómetros proyectados, hay previstas 24 estaciones, lo que a priori hace pensar que el trenecito no podría desplegar todo su potencial.
Pero claro, tiene también otros inconvenientes. El principal, sin duda es el alto coste de las líneas, algo que ha limitado mucho su uso comercial. El único proyecto europeo en marcha, previsto para unir los más de 30 kilómetros que existen entre Munich y su aeropuerto, puede costar en torno a los 1.850 millones de euros. Otro de los inconvenientes que presenta el Maglev, que no afectaría a su uso como metro de Granada, es que debido a que en la fuerza electromagnética el principal factor de diseño, y del consumo también, es el peso del tren, esta tecnología no es aplicable hoy al transporte de mercancías. La idea de implantar este sistema en Granada, aunque nadie pueda decir que no es atractiva, parece poco viable.