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Deberes pendientes

Remedios Roldán Ávila

Onda Cero, 7 de septiembre de 2015

Al parecer, Granada se encuentra casi siempre en un estado continuo de deberes pendientes porque, entre los que están a punto de terminarse y no se acaban; y los que se pretenden iniciar y no se empiezan; esta ciudad duerme en el letargo con todo su potencial en el aire.

El listado de tareas, con el paso de los años, cada vez es más extenso y parece no tener fin, pero no porque se añadan más compromisos a la lista, que sería lo ideal, sino porque se realizan a medias y no se completan, por lo que es imposible poner punto y aparte para pasar a la siguiente tarea. La sensación cotidiana es de que todo está manga por hombro, y que ante este desorden, no se sabe por dónde empezar. Este es precisamente el síntoma que nos confirma que hay un amplísimo abanico de cosas por hacer y por siempre aplazado. En Granada, muy a nuestro pesar, se está convirtiendo en la norma.

Pretendemos ser Capital Europea de la Cultura en 2031, esta es la meta, pero claro, empezamos la casa por el tejado, lo que nos indica que nada se sostendrá. Pueden exponernos que quedan quince años por delante, a lo que podríamos contestar que muchos más años llevamos en nuestro pasado como ciudadanos, interactuando con esta urbe, y sin embargo, al día de hoy, aún no vemos un proyecto de ciudad que defina a Granada. Habría que pensar entonces que, tristemente, se ha estado perdiendo el tiempo y malgastando el dinero.

Un amigo economista, Ramón García Olmedo, suele puntualizar muy bien la diferencia entre gasto e inversión, por lo que desde ahora y hasta el 2031 lo que toca hacer es invertir y no gastar por gastar, pensando en su rentabilidad.

El sentido común nos dice que el mejor proyecto de todos es el trabajo concienzudo del día a día, hacer ciudad poquito a poquito en plan hormiga y tomando el mañana como la meta más próxima a conseguir sin desestimar el proyecto a medio y largo plazo. De lo contrario, llegada la fecha, nos podemos encontrar con una realidad identificada en la frase “de aquellos barros estos lodos”.

Ojalá cada año aspiráramos a ser Capitalidad Cultural, nos lo creyéramos, y trabajáramos para ello. Granada nos lo agradecería.

La lista de quehaceres pendientes es tan extensa que sería imposible enumerarla aquí, pero es tanto el dolor de muchos de los que sufrimos por esta maltratada belleza que no me resisto a dejar de decir que esta ciudad, Granada, no solo necesita de grandes proyectos (suponemos que contaremos con AVE, estación y metro; pero ¿conseguiremos tener el Teatro de la Ópera para entonces?); sino también de un sinfín de pequeños detalles que la harían más armónica, humana, respetada y deseada. Detalles como unas calles limpias, ordenadas y organizadas. Unas fuentes activas. Volver a oír el sonido del agua en los paseos por la Alhambra sin pisar cemento en sus calles. Disfrutar de toldos arbóreos en las avenidas gracias a una poda inteligente. Tener niveles bajos de ruido. Poder admirar el Patrimonio Histórico sin pintadas. Deleitarse ante un paisaje limpio de cables y antenas desde el Albaicín. Recorrer las murallas iluminadas exentas de aparcamientos de coches y contenedores de obras. Cientos de detalles.

Y sin olvidar la Cultura en general, en letra mayúscula. ¡Cuándo la veremos!

Habrá que decirlo de forma interrogativa por no decir incrédula ¿Estamos hablando de que aspiramos a ser Capital de la Cultura Europea?

¡Cuánto por hacer, pero, cuánto se podría haber hecho ya!

En definitiva, ¿no será que Granada está falta de dirigentes de rebosante  sensibilidad?.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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