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Granada, Granada y siempre Granada

Y ¿por qué? ¿Por qué se dice siempre que Granada es la que se alía con el quejío, la que se siente agraviada, la que está en la cola, la que se ve desfasada, etc.? No hay una respuesta más coherente que ésta: Granada no tiene los políticos que se merece. Además, su Gobierno Autonómico no la trata como corresponde a una tierra con un pasado con sillares de grandeza reflejados en su historia que escribe con trazo firme ‘Reino de Granada’. No es que los granadinos nos creamos el centro de Andalucía (eso lo sabe hacer muy bien la que llaman capital autonómica), pero de ahí a que tengamos que aceptar que nuestro propio gobierno autonómico no nos tiene olvidados, en comparación, sí decimos en comparación, con Sevilla (de Expo en Expo), como si fuese la única ciudad andaluza dispuesta a desarrollar todos los frentes de interrelaciones con el resto del país, queda un trecho larguísimo. La realización de proyectos y sus tiempos, las inversiones e infraestructuras hablan por sí solas y fomentan un agravio que está sustentado en hechos evidentes. Baste con leer prensa de hace años y nos daremos cuenta en qué quedaron proyectos y promesas. Tales son los agravios que percibimos que nuestro infradesarrollo llega ya a unos límites difíciles de poder superarlos, si tenemos en cuenta a Sevilla como punto de referencia. A los hechos nos atenemos. Calificar dichos agravios de pueblerinos, como mínimo, es una provocación. Por no hablar de servicio al partido de turno. Existe un convencimiento en un sector importantísimo de la ciudadanía de que Granada es la provincia peor tratada de Andalucía desde que nos constituimos en Comunidad.

Granada se despierta cada día esperando qué otra mala noticia le espera para verse cada vez más lejos del desarrollo de otras provincias. Por un lado, un metro no querido y que el propio ciudadano de a pie sabía que le traería la ruina destrozando la ciudad en paisaje y comercio, para luego no ser rentable el día que sea una realidad; por otro, un AVE (¡vaya con la noticia que adelantaba IDEAL sobre el tramo de Loja!) que no acaba de llegar, y que cuando lo haga conseguirá que Granada haga más kilómetros para ir a Madrid; por no hablar de su estación que ni se sabe si se va a hacer, y que si se hace será una imposición, en contra de la mayoría de los granadinos, alejada del centro, sumando así el coste del viaje por taxi al coste de los kilómetros de más que nos perjudican de por sí, desposeyendo a la estación de su fin de ser próxima, para moverse de centro a centro de ciudad (puede que hasta quede en ‘apeadero’); seguimos con el embalse de Rules en el que no se realizan sus canalizaciones de riego porque parte del dinero remitido para tal fin desde el Gobierno Central se ha volatilizado sin que la Junta de Andalucía haya ejecutado las correspondientes obras; una A-7 que no se acaba, siendo la provincia de Granada la única en la que se interrumpe la autovía de la costa, existente entre Gibraltar e Italia;  Motril, que es indiscutible puerto de la costa Mediterránea favorable para su expansión, por no estar constreñido por ninguna ciudad, está desarticulado (se descarta la autovía) y sin vía férrea; el Milenio, que causa sonrojo a propios y extraños, pasará “con pena y sin gloria” para los granadinos y no dejará en esta ciudad ninguna huella singular, ni un edificio emblemático (la dimisión de su responsable a la puerta de la celebración no la hemos entendido aún; o tal vez sí). La lista es más larga, y se haría interminable si siguiésemos recordando proyectos no iniciados, prometidos, o inconclusos. La desidia nos acosa. Pero la crisis es el argumento que parece justificar el frenazo brutal que sufre Granada hoy, con el silencio, según las circunstancias, de los partidos en el poder. Naturalmente pensamos también en el Gobierno de España.

Según Victoria Camps “podemos elegir vivir de una forma o de otra, todo no nos viene predeterminado”, y es por ello por lo que siguiendo a Sartre digo que como “estamos condenados a ser libres” yo elijo no callarme ante una situación que consideramos injusta y de poco respeto a la ciudadanía que está pidiendo a voces que los políticos de esta tierra tienen el deber moral de servirla, aunque les cueste el puesto. ¡Qué cosas decimos! Nos rebelamos ante esta situación de ping-pong político, de escaso compromiso, dejando a Granada en una situación de debilidad por falta de verdaderos defensores. Es lo que piensa nuestra Asociación, que cuenta con argumentos poderosos, incluidos los silencios de algunos que se dicen servidores de Granada. ¡Granadinos, despertemos! Y no olvidemos que en esta ciudad hay organizaciones cívicas que altruistamente trabajan para y por nuestra Granada. Y recordemos lo que dijo nuestro poeta: “Y Granada no tiene otra salida que su alto puerto natural de estrellas”. Estemos a su altura.

Remedios Roldán, Secretaria General de ‘Ciudadanos por Granada’

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